El bosque productor.
Gregorio Montero González
María Pasalodos Tato
Eduardo López Senespleda
Centro de Investigación Forestal del INIA (CIFOR-INIA)-IUGFS, UVa–INIA
NOTA:
Una primera versión del texto sin tablas ni gráficos fue publicado en El Bosque Protector, libro editado por la empresa Acciona en diciembre de 2011
Los bosques primigenios se presentan como mosaicos de ecosistemas naturales y estables a lo largo del tiempo. Se trata de ecosistemas complejos organizados para resistir las perturbaciones naturales y autorregular los daños que sufren en un plazo de tiempo que depende de la intensidad de la perturbación y de su capacidad de resistencia. Es lo que se conoce como poder de recuperación natural de los ecosistemas no intervenidos.
Los ecosistemas no intervenidos contienen grandes cantidades de biomasa envejecida acumulada. Su crecimiento neto en términos de biomasa total es nulo, o dicho de otra manera, los árboles y plantas jóvenes que se van incorporando y el crecimiento que cada año se acumula en los árboles maduros se ven compensado por la mortalidad natural, el desfronde anual y el desprendimiento y descomposición de ramas, cortezas, etc. Estos bosques permanecen en equilibrio natural permanente, con pequeñas oscilaciones de biomasa acumulada alrededor del óptimo.
En España se conservan pocas áreas boscosas que puedan considerarse como primigenias, y algo similar ocurre en toda Europa. En nuestro país, el hombre y el bosque han tenido una estrecha relación desde los primeros tiempos. Las poblaciones nómadas utilizaban el bosque para refugiarse de sus enemigos, de las inclemencias meteorológicas, para extraer leñas, frutos comestibles etc. Este tipo de recolección se caracterizaba porque el hombre cogía del bosque lo que necesitaba, no más.
Con los asentamientos de los grupos humanos se fue intensificando el uso del bosque, pero los escasos medios no permitían grandes aprovechamientos, de tal forma que el efecto del hombre sobre la evolución natural de aquel era moderado. Pero a medida que las sociedades se fueron desarrollando, aumentaron su presión sobre el medio forestal, fundamentalmente a través del pastoreo y los cultivos agrícolas.
Con la aparición de los derechos de propiedad, los ecosistemas comenzaron a ser seriamente alterados, dando lugar a paisajes compuestos por nuevos mosaicos que ya no obedecen solo a las características ecológicas y geomorfológicas de cada tesela sino al uso que cada propietario hace de su territorio (López de Sebastián, 1999). Con la aparición de este derecho comienza a intuirse el conflicto entre uso del suelo y aprovechamiento de los recursos del bosque y la conservación del mismo. No tardó en aparecer la idea de que el propietario tenía derecho a producir, consumir y comerciar con los productos del bosque. Pronto se puso de manifiesto que el uso y aprovechamiento del bosque de forma incontrolada y extrayendo cosechas de biomasa superiores al crecimiento natural producía un empobrecimiento del bosque que afectaba a su equilibrio ecológico e incluso a su capacidad de seguir produciendo en la cuantía que lo hacía inicialmente. El proceso destructivo del bosque por el hombre duró siglos, ocasionando la desaparición de grandes áreas boscosas que se convirtieron en terrenos de pastoreo y en cultivos agrícolas.
La degradación del territorio llegó a tal nivel, que en el siglo XVIII en Centroeuropa y en el siglo XIX en España se produjo una gran preocupación social por el deterioro de los bosques. En estas fechas comenzaron a aparecer los primeros métodos de gestión forestal propuestos para frenar la degradación del territorio y recuperar masas de bosque allí donde todavía era posible y la propiedad lo consentía. Puede decirse que aparece la Selvicultura como ciencia o técnica necesaria para restablecer la cubierta vegetal donde era más necesario y para aprovechar de forma racional los bosques que quedaban (Montero 1992).
Esta ciencia forestal nacida en Centroeuropa e importada a España fundamentalmente desde Alemania y Francia puede considerarse como el inicio de la gestión forestal sostenible, pues se preocupaba por garantizar la viabilidad ecológica, económica y social de los bosques y todo ello sin perder de vista sus funciones protectoras del suelo y de regulación hidrológica de las cuencas fluviales, las cuales se intentaban repoblar para evitar el arrastre de la tierra y las grandes avenidas.
Poco a poco se fue comprobando que el efecto de las cortas realizadas con criterios técnicos creaba una perturbación en el bosque o en áreas del mismo que reaccionaba regenerándose y activando el crecimiento de los árboles que permanecían en pie. Se dice que si las cortas son acertadamente dosificadas y organizadas en el tiempo y en el espacio, el selvicultor puede canalizar la reacción del bosque con objeto de hacerlo producir (Vanniére, 1997). Se trata de que una vez conocida la dinámica natural del bosque, intentar acompañarla adelantándose a la naturaleza y extrayendo del bosque “aquello que le sobra”, tal como postulaba Miguel Delibes en referencia a la caza practicada de forma racional y moderada.
El conocimiento de la ecología y la dinámica de los bosques ha permitido diseñar modelos de gestión sostenible, figura 1, que permiten hoy día que un bosque bien gestionado, conver tido en bosque productivo, pueda sostener indefinidamente un nivel de producción óptimo, en función de las especies que lo pueblan y de la fertilidad del terreno en que se asienta: es lo que se conoce como “equilibrio cultural” o equilibrio de gestión.
En Europa y en España existen un abanico de modelos o métodos de gestión adaptados a diferentes especies capaces de aprovechar los bosques y obtener de ellos diversos productos comerciales sin menoscabo de sus funciones ecológicas y ambientales. En España tenemos numerosos ejemplos de bosque gestionados desde finales del siglo XIX en los que se demuestra científicamente la compatibilidad de la gestión y el aprovechamiento de madera, frutos, corcho, etc. durante más de 100 años con el mantenimiento y mejora de las funciones ecológicas y ambientales (Montero, 1993).
Equilibrio natural y equilibrio cultural
Como antes se ha dicho, el equilibrio natural se produce en los bosques no intervenidos, es decir, en los no gestionados. El equilibrio cultural se alcanza en los bosques gestionados con criterios multifuncionales sostenibles. En estas condiciones el óptimo ecológico primigenio da paso al óptimo ecológico cultural mediante la gestión y la puesta en producción del bosque. Este óptimo permite al hombre generar productos y valores ambientales, de manera que el bosque es susceptible de convertirse en un sujeto económico capaz de producir bienes y servicios a la sociedad, generando rentas de capital y de trabajo.
Existen evidencias en nuestro país de que el estado de equilibrio cultural es reversible, siempre y cuando cese el aprovechamiento, recuperando de nuevo el bosque el equilibrio natural sin demasiadas dificultades.
Para controlar los efectos de la gestión sobre el bosque y evaluar la diferencia entre el equilibrio natural y el cultural, los métodos de gestión aplicados son sometidos periódicamente a revisión (cada 10 años). Si se considera que la gestión está poniendo en peligro algún aspecto de la evolución dinámica del bosque, se arbitran acciones de mejora consistentes en intervenir para ayudar al bosque a recuperar al óptimo cultural. En los montes públicos gestionados mediante un método de gestión determinado se prevé el empleo del 15 % anual de las rentas para este tipo de mejoras, asegurando así el equilibrio cultural en el nivel que se considere óptimo.
Características de las producciones forestales
El proceso productivo forestal presenta numerosas características, las cuales derivan del hecho de ser una producción biológica y de las numerosas valoraciones sociales que el hombre hace del bosque. De la interacción de estos dos aspectos, sociales y ambientales, surgen la mayoría de las peculiaridades económicas de la producción forestal. Estas características pueden ser de índole más o menos técnica o económica, tales como: 1) La inmovilidad física del bosque que hace que las producciones se presenten en un lugar determinado y no en otro. No es posible lo que podríamos llamar “deslocalización” del bosque; 2) La producción conjunta y simultánea de diversos productos y bienes en el mismo territorio, lo que condiciona que el aprovechamiento de uno o varios de ellos ha de ser compatible con la conservación de otros que se dan en ese mismo espacio; 3) El carácter dual de la producción, que es a la vez máquina y producto. La factoría de producción de madera es el árbol y el producto es el crecimiento que anualmente acumulan los árboles del bosque, de tal manera que para extraer el producto es necesario cortar el árbol que es la máquina productora. En el caso de las producciones no madereras no se da este hecho. 4) La longitud del turno, que rara veces es inferior a 15-20 años y en numerosas ocasiones ha de superar los 80-120 años si se quiere obtener maderas de calidad, hace poco competitivas las inversiones, que siempre han de efectuarse a muy largo plazo.5) Se trata de una producción con una alta relación entre los factores y el producto, así que se hace necesario tener mucha madera inmovilizada para poder extraer cada año una cantidad que no suele superar el 2-3 % de la madera almacenada en las especies de turno largo. 6) La naturaleza fundamentalmente institucional de las producciones forestales en lo referente a que el bosque no es solo un factor de producción sino un bien de importancia fundamental para la organización del país y de la sociedad.
Como consecuencia de las características anteriores, las producciones forestales presentan un elevado riesgo que puede derivarse de catástrofes ambientales, incendios, modificaciones legales respecto a las normas de aprovechamiento, etc., lo que crea incertidumbre en la dinámica de precios y demandas.
Se puede afirmar que se trata de un proceso productivo que debe tener en cuenta al resto de las producciones conjuntas y simultáneas que se generan en el monte (uso múltiple del monte).
EL BOSQUE PRODUCTOR
Generalidades
Todos los bosques producen bienes o servicios útiles para la sociedad, pero a los efectos que ahora nos interesan se entiende por bosque productor aquel cuyo objetivo principal sea la producción de bienes de mercado (madera, leñas, corcho, resinas, setas, caza, fijación de CO2 o varios de estos conjuntamente).
En Europa (excluida la Federación Rusa), aproximadamente el 56 % de la superficie de bosque se considera bosque productor. El resto se distribuye entre un 11,0 % de bosque protector, un 10,0 % de bosque para la conservación de la biodiversidad, un 2,0 % para uso social, un 11,0 % de la superficie que se considera como uso múltiple (uso productor, protector, conservador, conjuntamente) y el 10,0 % restante se considera de uso no clasificado.
En España no contamos con una clasificación disgregada y completa. Contamos con una extensa Red de Espacios Naturales Protegidos y con la Red Natura 2000, que ocupan entre ambas el 40,3 % de la superficie forestal. Esta superficie está dedicada prioritariamente a la conservación de la diversidad biológica y a la protección de suelo, especies, paisajes etc. Una parte, no bien cuantificada, de la Red Natura 2000 puede considerarse como de uso múltiple (productor, protector y conservador conjuntamente). No hemos encontrado información suficiente pero todo indica que en nuestro país podría aceptarse que aproximadamente un 30 % de la superficie de los bosques podría considerarse como productora, un 30 % como prioritariamente dedicada a la conservación de la biodiversidad y otro 30 % como de uso múltiple; el 10 % restante estaría como superficie no clasificada.
La visión del bosque como entidad productora de bienes y servicios es diferente dependiendo del desarrollo socioeconómico de los pueblos. Así, Dourojeanni (2003) asegura que los países en vías de desarrollo la población se divide en tres grupos:
En el primer grupo se incluye una mayoría que califica como indiferente o inconsciente, que en general viven en las ciudades. Un segundo grupo está formado por un porcentaje considerable de personas que necesitan o saben que necesitan de la existencia del bosque y sus bienes y productos, y un tercer grupo está formado por una proporción impor tante de población que prefieren eliminar el bosque para desarrollar otras actividades.
Sin tener en cuenta a los indiferentes del primer grupo, los situados en el segundo y en el tercero constituyen una dicotomía antagónica. Los del segundo grupo propugnan la conservación de los bosques, mientras que los del tercer grupo, a través de la agricultura y la ganadería, intentan o consiguen transformar el bosque en terrenos agrícolas o pastizales que resultan más beneficiosos para su medio de vida. La relación entre los dos grupos se regula en función de las necesidades humanas, perentorias o no.
Todos los bosques producen bienes o servicios útiles para la sociedad, pero a los efectos que ahora nos interesan se entiende por bosque productor aquel cuyo objetivo principal sea la producción de bienes de mercado (madera, leñas, corcho, resinas, setas, caza, fijación de CO2 o varios de estos conjuntamente)
La superficie forestal española se estima en 27.528 millones de hectáreas, de las cuales, alrededor de 18,0 millones de hectáreas están arboladas, y el resto, 9,5 millones de hectáreas, se consideran desarboladas (matorral, arbolado muy ralo, pastizales, eriales, etc.)
En Europa existe una situación similar, pero se ha alcanzado un consenso entre ambas necesidades, aprovechamiento y conservación, ya que se acepta que ambas son necesarias para todos. La práctica totalidad de la UE considera importante la existencia y conservación de los bosques, pero también aquí surgen tres grandes grupos: 1) los que viven directamente del bosque, como sucede con una parte de la población rural, o de forma indirecta cuando dependen o trabajan para industrias forestales o del comercio de los productos forestales. 2) Los que aman la naturaleza y están dispuestos a pagar el costo de su conservación por considerarla como un patrimonio que no solamente produce (aceptan y valoran el consumo de productos forestales) sino que reúne valores éticos o estéticos especiales, y finalmente existe un tercer grupo que se ha percatado que los servicios ambientales de los bosque son crecientemente importantes para la seguridad futura y ven en esos servicios oportunidades de negocio.
Es evidente que no existe una separación clara entre los grupos, y es frecuente que numerosas personas físicas o jurídicas no opten, claramente, por uno u otro.
Según Campos (2011), una encuesta reciente de la UE pone de manifiesto que el 30 % de los ciudadanos prefieren la regulación publica estricta de las actividades económicas para proteger la naturaleza, frente al 12 % que prefieren dar prioridad al aumento de presupuesto público en la conservación de la naturaleza, y solo un 11 % prefiere dar prioridad al aumento de presupuesto publico para compensar a los propietarios de los bosques por conservarlos (European Commission, 2010-12). En este mismo sentido, el documento pone de manifiesto que un 41 % de los ciudadanos otorga prioridad al desarrollo de actividades económicas en las áreas protegidas que implican pérdida de biodiversidad siempre y cuando los beneficios compensen a los costes derivados de la destrucción de hábitats y especies. Por el contrario, un 48 % concede prioridad a la conservación de la naturaleza frente al desarrollo de actividades económicas que causen daños a la biodiversidad (European Commission, 2010-15).
De estas preferencias se desprende que no hay un acuerdo mayoritario para renunciar o no al aprovechamiento de los bosques. Desconocemos cómo estaban formuladas las preguntas, pero seguramente una opción para realizar actividades económicas en los bosques garantizando un equilibrio cultural del bosque estable y próximo al óptimo decantaría a un mayor porcentaje de personas a favor de la gestión sostenible y multifuncional con garantías técnico-científicas. Pues bien, en estas condiciones de acuerdo-desacuerdo entre los actores principales: consumidores, trabajadores y gobiernos, se desarrollan actualmente en Europa y en España las actividades de gestión y conservación de los bosques.
En lo que sigue, para caracterizar al bosque productor se presentan las cifras que hacen referencia a su extensión superficial y a las principales producciones físicas que proporcionan. La información sobre precios de mercado de los principales productos es escasa, parcial y poco precisa, por lo cual hemos optado por no incluirla.
Superficie forestal española
La superficie forestal española se estima en 27.528 millones de hectáreas, de las cuales, alrededor de 18,0 millones de hectáreas están arboladas, y el resto, 9,5 millones de hectáreas, se consideran desarboladas (matorral, arbolado muy ralo, pastizales, eriales, etc.).
Esta superficie ha aumentado considerablemente durante los últimos 30-40 años debido al esfuerzo repoblador llevado a cabo a partir de 1940 y al abandono de tierras agrícolas marginales que se produjo a partir de 1960 con motivo de la emigración de la población rural del campo a las ciudades. En la figura 2 se representa la evolución de la superficie forestal (1860-2009).
No existe una relación directa entre el desarrollo económico (en términos de PIB) y la superficie forestal absoluta o relativa. La configuración del espacio forestal tiene más que ver con el uso secular del suelo y con el relieve del territorio que con los impulsos socioeconómicos de los sectores secundario y terciario (SECF, 2010)
Para poner de manifiesto la importancia de la superficie forestal nacional en relación con las comunidades autónomas y con la Unión Europea se incluyen las tablas 1 y 2. Las pequeñas diferencias existentes en la superficie forestal nacional se deben a la utilización de diferentes fuentes y a los redondeos de las cifras originales.
Producción de madera
Para la presentación de la producción forestal de madera vamos a considerar tres apartados: Existencias totales acumuladas en los bosques, crecimiento anual y extracciones anuales por cortas.
Existencias
Según los datos del tercer Inventario Forestal Nacional (IFN-3) recopilados por la Sociedad Española de Ciencias Forestales (SECF) en el informe SECF 2010 sobre la situación de los bosques y el sector forestal en España, los bosques españoles acumulan unas existencias de 921,913 millones de metros cúbicos tal como se pone de manifiesto en la tabla 3. Puede apreciarse que el 40,3 % de las existencias de madera se concentran en la región central peninsular, el 34,2 % en la región atlántica, el 24,1 % en la región mediterránea y el 1,5 % en la macaronésica1.
Los bosques atlánticos acumulan mayor volumen de madera por superficie arbolada (107,5 m3/ha) que el resto de regiones, aproximándose al dato medio mundial (111 m3/ha), si bien la región macaronésica destaca con la cifra de 101 m3/ha. Las regiones central y mediterránea ofrecen valores muy bajos. El análisis autonómico indica que el 53 % de las existencias actuales se concentra en cuatro regiones españolas: Castilla y León (16,7 %), Galicia (14,4 %), Cataluña (12,8 %) y Castilla-La Mancha (9,1 %).
País Vasco (137,8 m3/ha), Navarra (118,1 m3/ha), Cantabria (117,7 m3/ha), Asturias (104,9 m3/ha), Canarias (101,1 m3/ha), Galicia (94,7 m3/ha) y La Rioja (91,5 m3/ha) son las regiones con mayor relación de existencias por superficie arbórea forestal, con valores próximos a las cifras medias europeas.
Cataluña (72,7 m3/ha), Castilla y León (51,6 m3/ha), Aragón (47,1 m3/ha), Baleares (40,4 m3/ha) y Madrid (40,3 m3/ha) cuentan con unas existencias medias con respecto a la situación nacional y bajas en comparación con las cifras de UE-27.
Finalmente, Castilla-La Mancha (30,6 m3/ha), Comunidad Valenciana (26,6 m3/ha), Andalucía (24,4 m3/ha), Murcia (21,9 m3/ha) y Extremadura (17,3 m3/ha) son las comunidades con menor relación de volumen maderable, calificándose como muy baja su relación de madera por hectárea con respecto a los bosques de EU-27.
Si se observa el volumen de madera en relación a la población, destacan Navarra, Castilla y León, Aragón y La Rioja como las regiones con mayores existencias por habitante (89 m3/hab., 61 m3/hab., 57 m3/hab. y 50 m3/hab. respectivamente, presentando valores superiores a la media europea de 40 m3/hab.), frente a Madrid, Comunidad Valenciana y Murcia, con menor relación (2 m3/hab., 4 m3/hab. y 5 m3/hab. respectivamente).
Las existencias por comunidades autónomas referidas a la superficie forestal arbolada y al número de habitantes se exponen en la tabla 4.
Crecimiento anual de la madera en España
Según los datos del IFN-3, el crecimiento anual de madera de nuestros bosques entre 1996 y 2009 fue de 46,136 millones de m3/año, entre 1975 y 1996 fue de 30,089 millones de m3/año, y en 1975, fecha de finalización del IFN-1, era de 31,337 millones de m3/año.
En correspondencia en las existencias por regiones se presentan los crecimientos correspondientes a cada una de ellas en la Tabla 6.
Producción anual de madera
La producción anual de madera extraída de los bosques españoles, datos del promedio entre 2003 y 2007, es de 12,6 millones de m3/año. Esta cifra se refiere a las autorizaciones de cortas hechas por las administraciones forestales de las CC.AA. Existe un cierto consenso entre técnicos y expertos de que esta cifra solo refleja en torno al 80 % de las cortas reales, situándose las extracciones reales para el periodo 2003-2007 en 15,1 millones de m3/año.
La producción de leñas en España experimenta una disminución progresiva entre los años 1960-65 y 1975-80, debido la implantación generalizada del butano y otros combustibles de uso más cómodo en los hogares españoles.
Sin embargo, la producción de madera ha seguido una tendencia creciente muy acentuada a partir de 1980, como corresponde al desarrollo social y económico de España.
Si se atiende a la producción de madera y leñas y a su evolución desde 1990 se aprecia una notable disminución de las extracciones por corta de coníferas entre 2000 y 2004, probablemente debido a los derribos por viento de grandes extensiones de Pinus pinaster en las regiones francesas de Aquitania y Las Landas, lo que provocó la entrada masiva de madera a bajo costo para la industria española. En la figura 4 se representa la evolución durante el periodo 1990-2007 de las cortas de madera por especies en los montes españoles.
Los destinos a los que van a parar las maderas cortadas anualmente son diversos, figura 5, destacando: la industria de aserrío con un 36 %, la de trituración para pasta de papel con el 27 % y la de trituración para la fabricación de tableros con el 25 %.
Como resumen de lo expuesto cabe resaltar la baja tasa de aprovechamiento y de autoabastecimiento nacional en relación con el crecimiento anual de los bosques españoles:
• Crecimiento anual de los bosques españoles……….46,1 mill. m3/año
• Extracción por cortas……….15,1 mill. m3/año
• Tasa de aprovechamiento o de extracción………………32,7 %
• Consumo aparente anual, aproximado.……..36,0 mill. m3/año
• Tasa de autoabastecimiento…42,0 % • Tasa de importación………..58,0 %
Cabe destacar también que los bosques españoles debidamente gestionados podrían ofertar una producción anual de alrededor de 30-32 millones de m3, lo que supondría una tasa de extracción entre el 65 y el 69 %, lo cual permitiría mejorar su situación actual de abandono sin peligro alguno para seguir cumpliendo todas sus funciones sociales y ambientales. Este aumento en la gestión permitiría duplicar nuestra cuota de autoabastecimiento, pasando de 15 a 30-32 millones de m3/año (Informe SECF, 2010).
Por otro lado, el consumo actual de madera en España es de alrededor de 0,8 m3/habitante/año, en Europa Central, de 1,5 m3/habitante/año, y en Europa del Norte, de 3,0 m3/habitante/año. Todo indica que nuestro consumo de madera seguirá creciendo, y necesitaremos extraerla de nuestros bosques o importarla de otros países.
Si comparamos la situación española con la del resto de los países de UE-27 se deduce que solo Bulgaria, Luxemburgo, Dinamarca, Italia y Chipre tienen una tasa de extracción de madera y leñas inferior a la nuestra, tabla 8.
En los párrafos anteriores se hacía referencia a la madera sin incluir las ley leñas, pero la tendencia y orden de las cifras en los diferentes países son significativas.
Producción de leñas
La información sobre producción de leñas no es tan completa como la de cortas de madera. Según el Anuario de Estadística Forestal del MARM, en 2008 se produjeron 1.175.249 t de leñas, lo que equivale a 2,5 millones de estéreos, de los cuales el 77,1 % corresponde a leñas de encina, el 13,1 % a leñas de pino y el 9,8 % a otras frondosas sin determinar.
Producción de biomasa
Según un estudio del CIFOR-INIA (Montero et al., 2005) actualizado a 2010, los bosques españoles acumulaban a esa fecha más de 2.000 millones de toneladas de biomasa referida a materia seca (MS) y cada año aumentan esta cantidad en 52,4 millones de toneladas por efecto de su crecimiento neto (crecimiento bruto anual menos extracciones por cortas). Tabla 9.
Actualmente, la Junta de Andalucía está llevando a cabo un estudio sobre la Renta Capital y Ambiental de los bosques (RECAMAN) en colaboración con varios organismos públicos de investigación y universidades, en el cual se está inventariando la biomasa de los matorrales mediterráneos en zonas arboladas y desarboladas para determinar la biomasa de matorral acumulada en los diferentes tipos de bosques y su crecimiento o acumulación anual por hectárea. Surge de este estudio la idea de que una vez cuantificada la biomasa de los matorrales y su crecimiento anual podría plantearse la posibilidad de aprovechar parte del matorral y de los restos de corta como biomasa para producir energía, a la vez que se rebajaría el riesgo de incendios, contribuyendo así a solucionar parte de los dos más importantes problemas que tiene planteado el sector forestal en España: la falta de limpieza de los montes y el riesgo de incendios.
Producciones no maderables
Los montes no solo producen madera y leñas, sino que proporcionan además otros productos no maderables de gran utilidad para la sociedad y, sobre todo, para las poblaciones rurales. En España, debido a su diversidad climática y orográfica, se producen un elevado número de productos forestales no maderables tales como: corcho, resinas, esparto, piñón, bellota, castañas, setas, plantas aromáticas y medicinales, caza, ganadería extensiva, etc.
Sin embargo, la despoblación rural ha llevado consigo el abandono de la recolección de muchos de estos productos. Otros continúan manteniendo un alto interés, como el corcho, las setas, las plantas aromáticas y medicinales, el piñón etc., y son considerados como productos de elevada calidad y autenticidad que en algunos casos van siendo sustituidos por sucedáneos químicos de menor precio. Las sociedades desarrolladas los reivindican como productos naturales de excelencia, pero su precio en relación con los sucedáneos no siempre los favorece.
Existe poca información en España sobre las producciones físicas de cada uno de ellos, y la que existe no suele tener mucha precisión. En muchos casos solo consta información de algunas CC. AA., y en ocasiones no de todas las provincias que la componen. En estos casos se intenta hacer estimaciones basadas en la información de años anteriores, pero de todas formas la precisión de las cifras que se ofrecen es baja. Por otro lado, debido a la escasa rentabilidad, la producción es recogida sin control alguno por particulares, que venden los productos directamente a fábricas transformadoras, lo que es muy frecuente sobre todo en el caso del piñón, ya que los montes productores son mayoritariamente públicos (Estado, comunidades autónomas, municipios, etc.). Podría decirse que más que una estadística lo que aquí se ofrece es una relación de productos que da idea más de los diversos tipos de producciones que ofrece el sector forestal que de las cantidades físicas que se aprovechan cada año. Los precios unitarios son muy variables y se producen en un mercado imperfecto, con bajo volumen de transacciones y escasa transparencia; por ese motivo no ofrecemos aquí los datos estadísticos que pueden encontrarse en diversas fuentes.
A continuación se presenta una relación de productos no maderables producidos en los bosques españoles haciendo referencia al último año del que se tiene información y la producción física en toneladas. (Anuario de Estadística Forestal del MARM 2006, 2007 y 2008, último año del que existe información oficial).
• Corcho (2008) ..…………..62.393 t
• Resina (2008) ………………1.443 t
• Esparto (2008) ………………..557 t
• Castañas (2008) ………….44.575 t
• Piñón (2007) ……….……..13.535 t
• Bellotas (2006) ..………….13.036 t
• Otros frutos forestales (2007) ………………380 t
• Hongos comestibles (2008) ..…….10.598 t
• Trufas (2008) ..……………….12,7 t
• Plantas aromáticas (2008) ………….2.451 t
• Plantas medicinales (2006) ……………481 t
• Alcaparras (2008) ………… 195,8 t
• Plantas ornamentales (2008) ….…..3.354 t
• Plantas para la fabricación de utensilios, artesanía y construcción (2008) .…..28.991 t
• Arenas, gravas y piedras (2008) ..…….1.823.000 t
• Colmenas (2008) .………..72.872 t
• Pinocha (2008) ………………9.456 t
• Algarroba (2008) ……………..10,2 t
• Plantas para fabricación de colorantes (2008) .………..350 t
• Árboles de Navidad (2008) ..3.000 t
• Plantas diversas .…………20.456 t
Fijación de CO2
Según los últimos datos actualizados del trabajo “producción de biomasa y fijación de CO2 por los bosques españoles” (Montero et al., 2005), los bosques españoles tienen fijadas en su biomasa 3.565 millones de toneladas de CO2 y su crecimiento fija anualmente del orden de 94 millones de toneladas netas. La fijación anual neta permite a los bosques españoles fijar 1,1 veces el CO2 emitido por el sector de transformación y generación de energía, 1,14 veces el CO2 emitido por el sector industrial, 0,9 veces el CO2 emitido por el sector transportes y 3,45 veces el CO2 emitido por el sector residencial, comercial e institucional. Datos referidos al Inventario Nacional de Emisiones de GEI de España 2010.
Producciones cinegética y piscícola
La información que se incluye a continuación está tomada del Informe SECF 2010 “Situación de los bosques y del Sector Forestal en España” editado por la Sociedad Española de Ciencias Forestales http://www.secforestales.org
La caza y la pesca son actividades ancestrales ligadas al medio forestal donde se desarrollan. En su origen y hasta el mantenimiento del sistema agrario tradicional (década de los 50-60 en España) cumplían primordialmente una función productiva alimenticia. A partir del éxodo rural y la progresiva urbanización de la sociedad española, la actividad cinegética y piscícola pasa a tener un carácter deportivo y de ocio en la naturaleza.
Evaluar el número de cazadores y pescadores a nivel nacional en la actualidad es una tarea difícil. A partir de 1984 se inicia la transferencia de competencias en esta materia y cada comunidad autónoma se encarga de gestionar las licencias de caza y pesca en cada región. Esto implica que un cazador tenga la obligación de disponer de una licencia para cada una de las comunidades en las que cace o pesque, siendo bastante común que un mismo cazador o pescador tenga licencia para dos o más regiones. De esta forma, a nivel nacional, el número de licencias coincide con el número de cazadores y de pescadores hasta 1984; a partir de esa fecha los datos solamente deben interpretarse a nivel autonómico (n.o de cazadores/pescadores que cazan/pescan en una determinada comunidad autónoma).
A la vista de los datos, se puede hablar de un continuo incremento del número de licencias de caza hasta 1984. Entre 1984 y el año 2001 se produce un descenso considerable, volviéndose a incrementar la cifra hasta llegar a la actualidad con una cifra estable de 1.500.00 licencias.
El número de licencias de pesca se incrementa hasta 1980 (800.000 licencias), produciéndose un descenso que llega hasta finales de los años 80 (600.000 licencias). Entre 1987 y la actualidad se produce un nuevo ascenso, situándose en cifras cercanas a 1.100.000 licencias.
Atendiendo a la serie de datos 2005-2007, las comunidades autónomas con mayor número de licencias de caza son Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. Comparando datos relativos al número de licencias por cada mil hectáreas de superficie cinegética, Canarias, Andalucía y Baleares presentan los valores más altos, mientras que Aragón, Galicia y Murcia aportan los más bajos.
Como consecuencia de la actividad cinegética de los cazadores, cada año se produce un elevado número de capturas de piezas de caza de diferentes especies que adquieren un valor directo en el mercado y que no incluye la riqueza que se genera, de forma indirecta, por la actividad cinegética (mano de obra rural, hostelería, transporte, etc.).
Aun a sabiendas de que las cifras sobre capturas son poco precisas debido a la falta de colaboración de las instituciones implicadas con la estadística nacional, que no permite contar con datos completos de todas las CC.AA., se incluye la Tabla 11, tomada del avance de resultados del Anuario de Estadística Forestal para 2009, que aporta una información interesante y permite comparar la importancia relativa de cada especie en el conjunto de la actividad cinegética.
Cada comunidad autónoma tiene competencia en la regulación de la actividad de la caza, por lo que existen numerosas tipologías para clasificar los terrenos cinegéticos. En la siguiente tabla se muestran las superficies correspondientes a cada una de estas.
Según el tipo de terreno cinegético, los cotos privados ocupan más del 70 % de la superficie cinegética total, seguidos de los cotos sociales o deportivos, de especial relevancia en comunidades como Extremadura, Andalucía y Aragón. Las Reservas de Caza constituyen el 5 % de los terrenos cinegéticos.
En el caso de la pesca continental, la información sobre el número de capturas por especie piscícolas es igualmente muy deficiente, razón por la cual se hace necesario acudir a estimaciones basadas en las series históricas, cuando existen. En la Tabla 13, tomada del Anuario de Estadística Forestal de 2007, se presentan el n.o de capturas por especie y el peso total de las mismas.
Producción ganadera
No es posible entender gran parte del actual paisaje natural de España (ni de los países mediterráneos en general) sin comprender la importancia histórica de la ganadería y el pastoralismo. España tiene buenas condiciones naturales para el desarrollo de la ganadería. De hecho, las culturas neolíticas desarrolladas en la Península se orientaron prioritariamente hacia la ganadería, no hacia la agricultura.
Tradicionalmente, la mayor parte de la cabaña ganadera se había sostenido mediante el pastoreo de la práctica totalidad de los terrenos forestales y de los barbechos, complementado con el aprovechamiento de las rastrojeras una vez recogidas las cosechas. Hasta 1905, la totalidad de la cabaña ganadera se puede considerar ganadería extensiva. En 1950, el 90 % de la cabaña sigue siendo extensiva (Informe SECF, 2010). La evolución total y extensiva de la cabaña ganadera se representa en la figura 9.
La cabaña en régimen extensivo, que en 1950 rondaba el 85-90 %, bajó al 60 % entre 1980-85 y al 25 % en la actualidad. Así mismo, el porcentaje de la cabaña ganadera nacional que se alimentaba mayoritariamente de pastos forestales pasó del 50 % en los años 50 (Navarro, 1961) al 25 % en 1980 (Zulueta y Allué, 1982) y a alrededor del 10 % en la actualidad. Las cifras anteriores indican que la importancia de la ganadería extensiva ha disminuido drásticamente en los últimos 50-60 años, y en cambio la intensiva ha crecido extraordinariamente en el mismo periodo.
En la actualidad no existe una estadística actualizada de la distribución de las superficies pastadas por tipos de cubierta en España. Los últimos datos publicados datan de 1999 (San Miguel, 2001) y se presentan en la tabla 14. Estos datos se refieren a la carga ganadera y al peso vivo total de los animales que pastan en terrenos forestales en lugar de estar referidos a cabezas de ganado mayor o menor.
La superficie forestal española tiene una capacidad de acogida media de 0,17 UGM por hectárea, y de llevarse a cabo resultaría fundamental para la prevención de incendios y la conservación de la biodiversidad, el paisaje y la cultura rural.
En tal caso, la superficie forestal podría alimentar una cabaña en régimen extensivo de entre 4,2 y 4,5 millones de unidades de ganado mayor, lo que vendría a representar aproximadamente la cuarta parte de la actual cabaña ganadera española. Para ello, resultaría necesario establecer medidas de fomento comercial (marcas de calidad, ganadería ecológica) así como resolver cuestiones de tipo social (escasez de pastores), político (subvenciones, ganaderos a tiempo parcial) y ecológicas (distribución irregular de la oferta de hierba verde).
Producciones no comerciales
Además de todas las producciones enumeradas en los epígrafes anteriores, los bosques ofrecen otros bienes y servicios a la sociedad que esta valora muy positivamente, pero que al no ser comercializables no se les ha podido asignar un precio y, por tanto, no figuran en las estadísticas de producción de los bosques.
Actualmente se está trabajando en la valoración de estos bienes por grupos de investigación punteros compuestos por economistas ambientales, ingenieros forestales y otros naturalistas para intentar estimar la disposición al pago (DAP) de los ciudadanos por los servicios recreativos, el paisaje, la biodiversidad, los servicios del agua, el valor de existencia, el de opción, etc. Los estudios parciales que se han hecho hasta la fecha demuestran que la ciudadanía de nuestro país concede un mayor valor a estas producciones que a algunas de las actuales producciones comerciales. Estos estudios están comenzando a dar sus frutos, y en este sentido pronto se encontrará en condiciones de conocer las rentas de capital y ambiental de los bosques andaluces (Proyecto RECAMAN, desarrollado por el CSIC con la colaboración del CIFOR–INIA y varias universidades).
Estamos seguros que más pronto que tarde el pago de los servicios ambientales será una realidad en España y en el resto del mundo. En un mundo donde el mercado regula casi todas las relaciones socioeconómicas y donde los países ricos usan gratuitamente parte de los balances ambientales positivos de los países pobres, que tienen bajo consumo de energía y son ricos en bosques, el pago por este tipo de bienes públicos no tardará en imponerse. El mercado de CO2 puesto en marcha por el protocolo de Kioto, aunque incipiente y poco definido, ha supuesto una paso importante en esa dirección. No es arriesgado pronosticar que en un futuro próximo las sociedades de los países desarrollados, a través de impuestos, tasas o venta directa de los propietarios de los bienes ambientales, tengan que pagar cantidades bastante superiores a las que pagan hoy por los bienes y productos con mercado. Para entonces, habrá que revisar el concepto de bosque productor que hemos utilizado en este trabajo.
IMPORTANCIA ECONÓMICA DEL BOSQUEImportancia económica
Contribución de los bosques españoles al PIB
El bosque productor, como entidad productiva, genera una actividad económica que se deriva de su propia existencia. Para poner a España en el contexto de Europa, se presenta esta información conjuntamente con la del resto de los países de la UE–27, lo cual facilita la posibilidad de comparación directa y resalta la posición relativa de cada país.
La actividad forestal incluye el movimiento económico derivado de la selvicultura y de la explotación forestal (CNAE 2). La industria forestal comprende la fabricación de productos de la madera (CNAE 20: aserrío y fabricación de tableros, carpintería y corcho) así como la industria de papel, pasta de papel y cartón (CNAE 21).
El sector forestal genera 13,7 millones de puestos de trabajo en el mundo
Se debe resaltar que solamente se tiene en cuenta la contribución directa del sector forestal al PIB. Los datos presentados no incluyen los valores indirectos a través de otros sectores (por ejemplo: movimiento económico derivado de la caza, la ganadería extensiva, turismo en la naturaleza o medios dedicados a la extinción de incendios). La inclusión de estos valores incrementaría con seguridad las cifras de las tablas presentadas a continuación, pero el criterio establecido es reflejar solamente la contribución directa sectorial.
A nivel europeo, el último dato3 disponible corresponde al año 2005. Los países en los que el sector forestal presenta un mayor aporte relativo al PIB nacional son Finlandia, Estonia y Letonia, con valores superiores a un 4 % del total nacional. La media de este dato en la Unión Europea se sitúa en el 1,04 %.
España (0,9 %) se sitúa por debajo de la media europea (1,04 %) en aportación del sector forestal al producto interior bruto.
En la tabla 15 se muestran los datos con la evolución de la aportación del sector al PIB entre 1990 y 2005.
La contribución del sector forestal al Producto Interior Bruto de nuestro país ha ido disminuyendo paulatinamente desde 1990, debido probablemente al estancamiento del valor de las producciones forestales que no incluyen los bienes sin mercado que la sociedad disfruta libremente y al aumento progresivo del PIB.
Destaca el despegue del sector forestal experimentado en países como Estonia, Letonia y Rumanía, y el descenso progresivo que se ha ido produciendo en España.
Es cierto que estos datos no tienen en cuenta otras producciones no maderables como son el corcho, la caza, la ganadería extensiva, etc., que alcanzan mayor valor en España que en el resto de los países de la UE–27.
Evolución en España
La evolución del VAB forestal en España por sus sectores de producción se presenta en la tabla 16.
Indicadores de Productividad del sector forestal (tabla 17)
Las mayores productividades del sector forestal por hectárea arbolada en Europa (EU-27) corresponden a Holanda, Reino Unido y Bélgica. España (0,426 euros/hectárea arbolada) se sitúa por debajo de la media europea y también por debajo de países -Francia (0,79 euros/ha) y Portugal (0,57 euros/ha)– con similares condiciones naturales.
Las mayores productividades por trabajador se concentran en Finlandia, Suecia y Austria, con valores superiores a los 80 euros por trabajador. España (32,91 €/trabajador) se sitúa cerca de la media del conjunto europeo (36,34 €/trabajador), aunque con menor productividad que países con condiciones de producción similares -Francia, 57,43 €/trabajador-.
Inversiones en los bosques españoles
La inversión en el sector forestal ha crecido considerablemente desde 1964 hasta la actualidad, tanto en términos absolutos como relativos, como se pone de manifiesto en el esfuerzo inversor.
A partir de 1979-80 se produjo un cambio importante en el sector. Hasta esas fechas la práctica totalidad de los trabajos forestales se ejecutaban por medios propios de la Administración, y a partir de entonces comienza un proceso progresivo de contratación de servicios y obras a empresas privadas que han resultado importantes para la conformación de un sector forestal empresarial y que ha permitido ejecutar las crecientes inversiones que no habrían podido llevarse a cabo con los medios propios de la Administración. El cambio de sistema de ejecución de obras y servicios supuso, en aquel momento, un significativo incremento de los costes por unidad de obra, lo que puede haberse visto reflejado en el aumento de las inversiones forestales.
La distribución de las inversiones por tipos de actuación en el sector forestal se expone en la tabla 19. Obsérvese que los programas de detección y extinción de incendios forestales absorbe casi la mitad de las inversiones totales, lo cual limita las inversiones en selvicultura preventiva y en gestión forestal de las cuales están tan necesitados nuestros bosques.
Empleo forestal
El sector forestal genera 13,7 millones de puestos de trabajo en el mundo. Una cuarta parte de los mismos se emplea en labores de selvicultura y explotación forestal, y el resto, en la industria forestal.
En la Unión Europea, casi tres millones de personas trabajan en el sector, lo que supone un 1,1 % de la población activa. Destacan Alemania, Italia y Polonia como países con mayor número de trabajadores.
En España, cerca de 200.000 personas trabajan directamente en el sector forestal, lo que equivale al 1,13 % de la población activa (promedio de datos 2000-2007).
Otro aspecto impor tante es el que hace referencia al repar to de las inversiones forestales entre la Administración General del Estado y las administraciones autonómicas, que supuso alrededor de un 3 % del total de la inversión pública, como media, durante el periodo 2002-2008 (Fig. 10).
En términos comparativos tenemos menos empleo forestal por hectáreas de bosque que la UE-27, sobre todo en lo referente a empleo en el subsector de trabajos de campo (selvicultura y explotación forestal). La puesta en producción de algunos de nuestros bosques que están siendo muy débilmente gestionados, como por ejemplo, cortar alrededor de 30 millones de m3/año en lugar de los 15 millones de m3 que cortamos actualmente e intensificar la limpieza de parte del matorral de nuestros bosques, podrían incrementar los puestos de trabajo en el sector forestal en más de un 50 %.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS - ASEMFO. 2007. V Estudio de Inversión y Empleo en el Sector Forestal, años 2005-2006. Madrid. www.foresdat.es/index.asp?sec=3 |
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Artículo completo con fotografías (páginas de la revista) “Colaboraciones Técnicas: Cálculo de estructuras biológicas. Procesos de marginalización.” |