Agalla inducida por Andricus quercustozae (Foto: E. Martín Bernal).

Agalla inducida por Andricus quercustozae (Foto: E. Martín Bernal).

INTRODUCCIÓN.
Las agallas pueden ser definidas como formaciones anormales de teji­dos u órganos de las plantas causadas por la presencia o actividad de un orga­nismo inductor.
Las formas de las agallas pueden presentar una gran variedad. Las hay alargadas, esféricas , semiesféricas, con forma de clavo, con forma de bolsa, en forma de maza, etc. Estas formas dependerán del parásito que las origi­ ne, aunque cada organismo formador de agallas también infecta un órgano concreto de la planta.
En l a actualidad, a nivel mundial, existen más de 15.000 espec ies de estos organismos, entre los cuales están los protozoos, hongos, virus, bacterias y algunas algas, pero son los insectos los que causan la mayor parte de ellas.
Existen otras deformaciones que pueden ser confundidas con las agallas, pero para que sean consideradas como tales, es requisito indispensable que sean provocados por una multiplicación o crecimiento anormal de las células que conforman los tejidos vegetales. La Cecidología es la ciencia forestal que se encarga del estudio de estos tumores; no obstante, el proceso de formación de las agallas es muy complejo, por lo que está siendo objeto de numerosos estudios.
En Europa están presentes más de 200 modelos distintos de agallas sobre especies del género Quercus.

Agalla inducida por Plagiotrochus quercusilicitis (Foto: E. Martín Bernal).

Agalla inducida por Plagiotrochus quercusilicitis (Foto: E. Martín Bernal).

¿CÓMO SE ORIGINAN?
Las agallas de nuestros robles y en­ cinas son producidas, como se ha detallado anteriormente, en su mayoría por insectos.
Los insectos que provocan estos tumores se conocen en el mundo cien­ tífico como cecidógenos o gallícolas, y, casi siempre, afectan a unas determina­ das especies vegetales por su elevada especificidad.

Se pueden clasificar en dos grandes grupos. El primero estaría constituido por aquellos insectos que pican a la planta para realizar su alimentación, y a partir de esta picadura comienza a formarse la agalla. El segundo grupo es­taría compuesto por aquellos insectos que realizan la puesta o desarrollan sus larvas en el interior de los vegetales, for­mando estos tumores.
Los grupos más importantes de in­sectos inductores son los Dípteros de la familia Cecidomiidae y los Himenópteros de l a familia Cinipidae. En nuestros en cinares y robledales es fácil observar tu­ mores causados por puestas o larvas en desarrollo de estos insectos gallícolas.
Se exponen en esta ficha aquellos tu­mores con una distribución más amplia y más fáciles de observar en las masas forestales de Quercus peninsulares.
Dentro de los Himenóperos Cinípidos tenemos:

Agalla inducida por Dryomyia lichtebsteini (Foto: E. Martín Bernal).

Agalla inducida por Dryomyia lichtebsteini (Foto: E. Martín Bernal).

Andricus quercustozae (Bosc)
Las agallas que forma este Cinípido son esféricas, de superficie lisa, presentando una corona de pequeños abul­tamientos, habitualmente en número de 7 a 9. Es fácil observarlas sobre Quercus pyrenaica Willd. Al comienzo de su desarrollo es de color verde, para finalizar de un color pardo homogéneo. Podemos encontrarlas formando peque­ños grupos o aisladas sobre las ramillas de los robles
Plagiotrochus quercusilicis (Fabricius)
Este Cinípido provoca la deformación de tejidos vegetales y la aparición de fitomasa en primavera sobre las hojas y las flores masculinas de las coscojas y encinas. Los tumores son de color rojo brillante, de forma ovoide y habitualmen­te formando grupos de 6 a 8.
Biorhiza pallida (Olivier)
Esta avispa provoca dos tipos de agallas o malformaciones distintas, correspondiéndose con las fases sexuada y asexuada que presenta el insecto.

Es característica, durante la fase asexuada del insecto, la aparición de un tumor en las yemas de las ramas altas de Quercus robur L., con aspecto de manzana (20 mm) y que va cam­biando de color desde blanco hasta pardo según madura. Respecto a la fase sexual, las hembras inducen la for­mación de agallas subterráneas en las raíces de los robles.

Como representante de los Dípteros Cecidómidos:
Dryomyia lichtensteini (F. Low)
Este Díptero de tamaño milimétrico se encuentra ampliamente repartido por toda la Península Ibérica, induciendo mediante su picadura la formación de agallas sobre el envés de las hojas de las encinas y, con menor frecuencia, de los alcornoques.
Los adultos vuelan a partir del mes de abril, se aparean y realizan la puesta en los brotes jóvenes del árbol; una vez nacidas las larvas, a finales de mayo, provocan mediante su alimentación, la formación de los tumores. Estas aga­llas son de forma ovoide y del mismo color verde claro del envés del árbol infestado.

Agalla inducida por Biorhiza pallida (Foto: E. Martín Bernal).

Agalla inducida por Biorhiza pallida (Foto: E. Martín Bernal).

MÉTODOS DE CONTROL Y TRATAMIENTO.

La mayor parte de las malformaciones causadas por agallas no provoca daños en los árboles. Únicamente, y tan solo en algunas ocasiones, se pueden originar daños si las agallas se localizan en el interior de los tallos o ramas.
Los tratamientos más adecuados consisten en labores preventivas con podas de las partes afectadas. Esta operación se realizará cuando el parásito se en­cuentre en el interior del tumor para evitar su dispersión. Si se trata de árboles singulares, siempre que sea preciso realizar tratamientos fitosanitarios, habrá que estudiar el ciclo del organismo caúsante y elegir el momento más apropiado para poder controlar al parásitos.

 

Enrique Martín Bernal, Ing. Técnico Forestal, Dpto. Medio Ambiente. Gobierno de Aragón.
Nieves Ibarra Ibáñez, Ingeniera de Montes, SODEMASA, Unidad de la Salud de los Bosques, Dpto. Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente, Gobierno de Aragón.

FICHA Nº35 Agallas de encinas y robles.
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