Cien años de política forestal de la Kutxa.
Fernando Otazua, Ingeniero de Montes
De la mano de la constitución del Servico Forestal de Guipúzcoa (1902-1906), comenzó la actividad forestal de la entonces Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa (CAP).
La Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa se fusionó posteriormente con la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, constituyendo la Entidad denominada Kutxa, y que recientemente, junto a las Cajas Territoriales de Araba y Bizkaia acaban de constituir Kutxabank, que recibe el legado de estos cien años. Los montes y la actividad generada sobre/alrededor de ellos se han gestionado desde el Departamento de Inmuebles.
Durante este siglo de actividad forestal de Kutxa he tenido el honor de participar en la gestión de ese patrimonio en los últimos 25 años. Muchos son los guipuzcoanos que creen que la tenencia de montes por parte de una entidad financiera como Kutxa tiene su razón de ser en la ejecución de garantías por el impago de sus clientes. Nada más lejos de la realidad. El origen de la adquisición de los montes viene dado por un ejercicio de responsabilidad y en cumplimiento de la encomienda que la Diputación le hace a la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa como consecuencia del dictamen emitido por el Ingeniero de Montes D. Antonio Ganuza, a la vista de la situación de los montes guipuzcoanos al comienzo del siglo XX, cuando se cifran en 100.000 las hectáreas de montes rasos y calvos que debían ser repoblados.
Esta realidad viene recogida en la publicación “Servicio Forestal de Gipuzkoa”, libro escrito por la historiadora M.a Rosa Ayerbe Iríbar con motivo del cumplimiento de los cien años desde la constitución del Servicio Forestal en Guipúzcoa/Gipuzkoa. Podemos leer lo que el Consejo de Diputados solicita a la CAP en 1908: “asociar a los esfuerzos del Servicio Forestal de la Provincia la cooperación, el concurso noble y desinteresado de esa benéfica institución llamada Caja de Ahorros Provincial, y cuyo lema es que vuelva a la Provincia lo que ésta ahorra y economiza”.
La Caja de Ahorros Provincial colaborará en adelante con el proyecto de reforestación de la provincia, pero a partir de 1920 toma el acuerdo de no solo contribuir a la repoblación de los montes calvos o mal repoblados de la provincia, sino de conformar un patrimonio forestal propio. Existen una serie de datos muy interesantes recogidos en un artículo de la revista Montes publicado en 1953 (N.º 50) bajo el título de “Veinticinco años de política forestal de la Caja de Ahorros Provincial de Guipuzcoa”.
Las compras de montes por parte de la Caja de Ahorros se inician en 1922 con el monte Belkoain, que con sus 50 ha se ubica en el término municipal de Andoain. Tras su compra se repobló con pino insigne, dedicando unos rodales a la plantación de roble americano y castaño. Hubo un primer aprovechamiento de la madera de pino insigne en el año 1951, volviéndose a repoblar con este pino insigne y pino marítimo en las zonas más pobres (se trata de un suelo arenoso, filtrante y por tanto bastante lavado). La nueva plantación respondió correctamente, realizándose los tratamientos que exige la selvicultura de estas especies, hasta que los incendios del año 1989, que asolaron Vizcaya/Bizkaia y Guipúzcoa/Gipuzkoa dieron al traste con la plantación. En las fechas que siguieron a aquellos desastres, con sobreoferta de madera quemada, se consiguió no obstante adjudicar el aprovechamiento de la madera con su venta a un rematante de Ispaster que aprovechó mediante corta a hecho los pinos y el roble americano. Posteriormente se ha repoblado nuevamente con pino insigne y pino marítimo manteniendo los rebrotes de roble americano y realizando posteriormente una selección de entre aquellos.
Como curiosidad, decir que la compra del terreno en 1922 supuso un desembolso de 75.000 pta, mientras que los costos de repoblación y mantenimiento ascendieron a 428.337,26 pta. A su vez, la tala de los pinos en 1951 (excepto 3 ha y la plantación de robles americanos) supuso un ingreso de 657.303,81 pta. Lo que no se derribó entonces, junto con lo repoblado en 1952 y que sufrió el incendio de 1989, se vendió en 1990 como madera quemada por 37.946.000 pta. La repoblación posterior se realizó en los años 1991 y 1992 con una inversión de 9.329.335 pta y una subvención especial en concepto de recuperación de superficie quemada de 5.004.741 pta. Cabe destacar la importancia de la actuación de la Administración forestal ante los graves incendios acaecidos en 1989, que de acuerdo con el sector forestal adoptó la medida de prohibir la tala de madera verde hasta que se comercializara la totalidad de la madera afectada por los fuegos.
Entre 1928 y 1946, la CAP adquirió montes en Irún (Amezti Untzaila), Azpeitia, Zestoa y Errezil (donde se ubican los montes Markes Baso, Mizpireta, Talobaso y Erdoizta, que eran propiedad de la Marquesa de San Millán), Aia (Ardume, Amestigorrieta y Aiachareta), Donostia (Landarbaso) y Arrasate (Larragain) Posteriormente, Kutxa ha vendido algunos montes a petición de los Ayuntamientos donde aquellos se ubicaban, como es el caso de Amezti Untzaila en Irun, Larragain en Arrasate o Landarbaso en Donostia, donde mantiene la propiedad del vuelo de las plantaciones existentes. En contraposición a ello, decir que también ha adquirido otros predios, como Larraskondo en Idiazabal, Itola y Gurutze Azpia en Beasain, Aldaba en Tolosa y Albiztur y otros de menor entidad.
GESTIÓN DE LOS MONTES
Lo descrito para el monte Belkoain se puede hacer extensivo a la gestión realizada en el resto de los montes a partir de su compra y en una primera fase.
Tras las últimas actuaciones llevadas a cabo en el monte Belkoain, y de cara a abordar las actuaciones de montes de más entidad como Talobaso (100 ha), Markes Baso (321 ha), Ardume, Amestigorrieta y Aiachareta (202 ha), todos ellos poblados con la especie Pinus radiata, pino insigne, y con una escasa variación de edad, se ha procedido a elaborar planes de gestión que abarcan la totalidad de la superficie forestal de los diferentes montes y que pretenden acompasar los gastos y los ingresos, delimitando las unidades de actuación a superficies de 20 ha para el pino insigne y de 10 ha para las superficies ocupadas o que serán ocupadas con especies de crecimiento medio. A su vez se han establecido itinerarios selvícolas conducentes a la obtención de madera de calidad, que incluyen podas y claras con frecuencia e intensidad apropiadas y se ha tendido a diversificar el abanico de las especies utilizadas hasta entonces en las repoblaciones, incluyendo el abeto douglas, la criptomeria, el pino laricio, etc.
Los referidos planes de gestión, completados con una serie de aspectos que daban respuesta a los criterios indicadores de la Norma UNE sobre certificación forestal sostenible, sirvieron para la incorporación inmediata de los montes de Kutxa a la certificación PEFC.
RECONOCIMIENTO POR LA LABOR REALIZADA
Kutxa no ha dado publicidad a lo mucho que de bueno ha hecho y hace en su actividad forestal.
Debe decirse que en la actualidad, “gracias” a la profunda crisis que venimos padeciendo, parece que han remitido los cantos de sirena de entidades financieras o partidos políticos, que al socaire del boom del cambio climático y el medioambiente en general decían comprometerse a plantar cien mil, trescientos mil, incluso un millón de árboles. Es un hecho que Kutxa no salió a la palestra para revindicar que ese trabajo lo tenía ya hecho, y lo que es más difícil aún y no figuraba en aquellos superanuncios, que seguía con la gestión (trabajo, gasto) una vez realizado lo bonito de la plantación.
Kutxa asumió el reto que se le encomendó a comienzos del siglo XX y sirvió de acicate para que la iniciativa privada se contagiara de la necesidad de plantar árboles. No de un modo altruista, que quizá fuera deseable pero poco práctico en resultados, sino demostrando que había aspectos económicos interesantes en la plantación de árboles. La especie estrella, para ello, fue el mencionado Pinus radiata , el pino insigne, especie que ha pasado a formar parte de nuestra vida, dado que es algo indisoluble con nuestro paisaje. Fruto del trabajo de Kutxa junto con el de los propietarios de montes que se sumaron a la iniciativa fue conseguir que Guipúzcoa/Guipuzkoa pasara de tener un 15 % de superficie cubierta de árboles a comienzos del siglo XX al 60 % actual.
En la sociedad urbana guipucoana hay una parte importante que considera el hecho de plantar árboles que dan buenas producciones de madera como un crimen medioambiental. No tanto por producir madera, sino por el hecho de que se visualice un rendimiento económico en el acto de plantar árboles. Es como si se prostituyera una buena acción.
Lo cierto es que nadie discute que el uso de la madera como material de construcción es el más adecuado medioambientalmente, tanto por ser un producto renovable, generado por la acción de la tierra, el agua y el sol, como por constituirse como un sumidero de carbono y ser reciclable al cien por cien.
Así mismo, la plantación de árboles genera otros beneficios indirectos que no se cuantifican en unidades monetarias y que son tanto o más importantes que los anteriores. El control de la erosión, la regulación del régimen de las aguas, el servir de sustento y soporte a la biodiversidad…
Por todo ello, es conveniente cuantificar lo que ha venido realizando Kutxa en los aspectos productivos y medioambientales, y que si bien será objeto de un estudio más pormenorizado, será bueno ir adelantando algunos datos, de cara a tranquilizar conciencias.
Es decir, las retenciones anuales que realizan los bosques de Kutxa equivalen al CO2 que emiten 2.000 hogares guipuzcoanos.
Conseguir esto ha supuesto y invertir en 2011, por ejemplo, cerca de 460.000, pero con un nivel de ingresos por venta de madera que cubre los gastos. No se trata de una inversión puntual, sino que es una forma de funcionar.Genera los beneficios ambientales buscados y aquellos retornos que hacen posible una provisión de fondos de forma sostenible.
Kutxa, a partir de 2007, optó por dar un giro a sus actuaciones en materia forestal en aras a satisfacer lo que la población urbana guipuzcoana demanda. En las repoblaciones que se vienen realizando prima el uso de especies autóctonas que, en general, poseen un bajo perfil productivo. Es un proceso que tiene su lógica, pero que se debe abordar desde el orgullo por el trabajo hecho y sin perder de vista que el uso de especies autóctonas de crecimiento lento, como todas las cosas en esta vida, tiene sus ventajas e inconvenientes desde el punto de vista ambiental y económico.
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Artículo completo con fotografías (páginas de la revista) “Historia Forestal: Cien años de política forestal de la Kutxa.” |