Biomasa: estrategia nacional, estrategia empresarial.

Jacinto Lobo, Director General de Energía de Ence.

La producción de energía térmica o eléctrica con biomasa como combustible es una respuesta estratégica a la necesidad nacional de adaptarse a los criterios que dicta la política energética de la Unión Europea.

Y lo es porque la biomasa es una fuente de energía renovable y autóctona, que además es cultivable y por tanto gestionable, competitiva y con grandes ventajas sociales y ambientales.

En el balance de energía primaria de España del 2010, las cuotas de participación alcanzadas por el petróleo y el gas natural, del 47 y 23,4 % respectivamente, a las que deberíamos añadir la correspondiente al carbón no nacional, hacen que nuestra dependencia de importaciones de energía sea del 75 %, alta hasta extremos alarmantes. Y ello a pesar de la cuota alcanzada por las energías renovables, que de igual manera en términos de energía primaria alcanzaron el 11,2 %. Esto es un fuerte inconveniente para nuestra balanza comercial, sobre todo si nos comparamos con el resto de países de la Unión Europea, donde la cuota de importación de energía extracomunitaria es significativamente inferior. Es inevitable que un análisis de costes energéticos serio debea considerar los precios de las importaciones, en dólares, con las volatilidades y riesgos intrínsecos a estas operaciones.

La demanda energética asociada a nuestra actividad económica y nuestro estilo de vida, la dependencia sostenida, inevitable e insustituible en la actualidad en segmentos como el transporte de los combustibles fósiles, su coste y las emisiones de gases de efecto invernadero son factores que hacen a Europa cada vez más vulnerable. La Comisión Europea, consciente de que las energías renovables son esenciales para corregir esta situación, revisó su política energética y se marcó objetivos muy ambiciosos en el horizonte de 2020. Se trata de garantizar a la sociedad un futuro sostenible, logrando una cuota del 20 % de energía renovable en el combinado energético comunitario.

Por tanto, suprimir obstáculos a la integración de las fuentes de energía renovable en los Estados miembros, ampliar y liberalizar los mercados interiores de la electricidad y del gas e impulsar y apoyar las inversiones necesarias para el desarrollo de las interconexiones son algunos de los mecanismos establecidos.

En España, el objetivo del 20 % de producción de energía renovable en 2020 sitúa a la biomasa, además, como el complemento idóneo para determinados cultivos agrícolas cuya rentabilidad y demanda se ha visto mermada por la crisis y por las reformas de la política agraria europea.

Así lo entendieron la Comisión y la Agencia Medioambiental Europea, cuyas previsiones señalaban que para cumplir este ambicioso objetivo del 20 % de energías renovables para la próxima década, dos tercios de esa producción deberán provenir de la biomasa. Para ello, según expertos en la materia, el uso de biomasa en España debería triplicarse. Si a todo ello unimos que el sector agrario está muy afectado por las políticas públicas, los cultivos energéticos se revelan como una alternativa real, compatible con la Política Agraria Común (PAC) y rentable para los agricultores.

Ence, además de colaborar en la estrategia nacional apuesta por la biomasa por una razón de estrategia empresarial. Duplicar su capacidad de generación energética con biomasa es una eficaz medida para diluir el impacto económico que supone el carácter cíclico del mercado de la celulosa, un mercado global con valles de precios periódicos ante los que una empresa de éxito tiene que estar preparada.

Con el desarrollo y puesta en marcha de los 210 MW de energía renovable con biomasa, Ence dejará de estar sometida a los ciclos de los mercados internacionales de la celulosa, obteniendo un beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones (EBIDTA, indicador financiero representado mediante el acrónimo del inglés Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation, and Amortization).

Esta decidida apuesta por el desarrollo de la generación de energía con biomasa es aún más lógica y natural si atendemos a la enorme experiencia que acumula Ence en gestión forestal y en el aprovechamiento energético de toda la biomasa residual de su proceso productivo principal: la extracción de la celulosa.

De hecho, las tres fábricas de pasta de papel de Ence en Huelva, Pontevedra y Navia (Asturias) son autosuficientes desde un punto de vista energético y se nutren de la energía renovable que se genera en el propio proceso de fabricación de la celulosa.

Pero además de ser autosuficiente, Ence es hoy por hoy líder en España en generación de energía renovable con biomasa puesta en la red eléctrica nacional. La compañía tiene una capacidad de 180 MW de potencia nominal instalados, que suponen aproximadamente el 40 % del total en España.

En 2010, la empresa puso en el mercado eléctrico 1,3 millones de MWh, lo que ya en ese momento supuso un aumento de generación de energía renovable de un 10,5 % con respecto al ejercicio anterior. En 2011 sigue aumentando su perfil energético, fundamentalmente gracias a la mejora de la eficiencia de sus fábricas. Y el reto es seguir creciendo.

Con el desarrollo del Plan de Energía Renovable, Ence, que acentúa su carácter de empresa de energía y celulosa, conseguirá dotar de mayor estabilidad a sus cuentas, al combinar resultados de un negocio, el de la celulosa, marcado por las tendencias del mercado, con otro negocio, el de la energía renovable, regulado y estable.

Es importante recordar que Ence gestiona 116.000 hectáreas de cultivos forestales, de las cuales, 80.000 se localizan en España. Además, Ence está desarrollando superficies dedicadas a cultivos energéticos, de las que ya posee 14.000 hectáreas, para sus futuras centrales de generación de energía renovable con biomasa. Tanto para los cultivos forestales tradicionales como para los cultivos energéticos, Ence está potenciando plantaciones basadas en esquejes seleccionados con técnicas de I+D+i para la mejora de la productividad.

EL PLAN DE ENERGÍA DE ENCE.
Para aumentar 210 MW de potencia nominal instalada, el Plan Estratégico de Ence contempla diez proyectos hasta 2015. Uno de ellos, de 37 MW, está ya en operación en la fábrica de Navia (Asturias) desde 2009. El segundo de ellos, de 50 MW, y por tanto el mayor proyecto de sus características en España, es ya visible en el recinto de la fábrica de Huelva, donde su construcción avanza conforme a lo previsto.

El resto del plan de Ence contempla la promoción de otros ocho proyectos, prácticamente gemelos, de 20 MW de potencia nominal cada uno y que actualmente se encuentran en distintos niveles de desarrollo. De estos ocho, los dos más avanzados se ubican en las comunidades de Castilla-La Mancha y Extremadura, concretamente en las provincias de Ciudad Real y Badajoz.

La inversión total prevista por el Grupo Ence en el Plan de Energía Renovable ronda los 525 millones de inversión industrial, y otros 150 millones para el desarrollo de los cultivos energéticos que garantizarán la estabilidad productiva de las plantas y, por tanto, su ventaja comparativa frente a otras renovables.

De hecho, cultivar biomasa para su aprovechamiento energético es lo que convierte a esta fuente de energía en una alternativa real a las fuentes fósiles como el petróleo. Por eso, su desarrollo ayudará sin duda a reducir la dependencia energética española, y, en determinadas comunidades, incluso será una alternativa al abandono agrícola derivado de las reformas de la política agraria europea.

LA PLANTA DE 50 MW DE HUELVA.
Desde que Ence consiguió el pasado mes de junio el apoyo financiero en el primer Proyecto Financiero (Project Finance) de España para un proyecto de esta índole, las obras de esta innovadora instalación avanzan al ritmo previsto, y ya es perfectamente visible la estructura principal de unos 45 metros de altura que albergará el corazón de la nueva planta: una caldera de biomasa de lecho fluido burbujeante. Le siguen el resto de edificios de obra civil para la turbina de condensación de 50 MW, oficinas y otras instalaciones.

Una vez puesta en marcha, la operación directa de la planta de 50 MW requerirá una plantilla estable de 40 personas. Sin embargo, el abastecimiento de materia prima, la biomasa, es el que generará un impacto superior a los 400 nuevos empleos, hasta 1.000 contando los inducidos, fundamentalmente en el medio rural y asociados a las labores de plantación, cosecha y transporte de biomasa.

Cultivar biomasa para su aprovechamiento energético es lo que convierte a esta fuente de energía en una alternativa real a las fuentes fósiles como el petróleo. Su desarrollo ayudará a reducir la dependencia energética española, y, en determinadas comunidades, incluso será una alternativa al abandono agrícola.

Para el abastecimiento de la nueva planta de 50 MW, Ence combinará los residuos agroforestales con la biomasa cosechada en cultivos energéticos. De hecho, la compañía tiene previsto invertir en contratación, preparación y plantación de cultivos energéticos un total aproximado de 44 M€, a sumar a los 125 millones de inversión industrial que requiere la construcción y puesta en marcha de las instalaciones.

La planta se construye y operará con las Mejores Técnicas Disponibles recomendadas por Europa para el transporte, almacenamiento y producción de energía eléctrica con biomasa.

Entre las mejoras ambientales más importantes con las que nace ya la nueva planta hay que destacar el sistema de reducción de óxidos de nitrógeno (NOx) denominado de “reducción selectiva no catalítica”. Este avanzado sistema reduce a la mitad la cantidad de NOx presente en los gases de combustión de la caldera.

Otra mejor tecnología disponible que minimiza el impacto de la nueva planta es la propia tecnología de la caldera, de lecho fluido, que permite una combustión homogénea de la biomasa a temperaturas moderadas reduciendo el contenido de oxígeno en el hogar, factores que favorecen la minimización de las emisiones en general. Además, todos los quemadores de la caldera permitirán usar gas natural como combustible auxiliar a la biomasa, evitando la necesidad de usar en determinadas operaciones fuel y por tanto las emisiones de SO2 asociadas a este combustible fósil de mayor impacto ambiental.

La construcción de silos cerrados, sistemas cubiertos para el transporte de la biomasa y un eficaz precipitador electrostático para la depuración de los gases de combustión a la salida de la caldera serán los encargados fundamentalmente de controlar la emisión de partículas.

Asimismo, la chimenea de la nueva planta es de 70 metros, una altura superior a la recomendada en instalaciones de sus características para así facilitar la dispersión de las emisiones atmosféricas y evitar contribuir a los niveles de inmisión o concentración a nivel del suelo que miden la calidad del aire que se respira.

El desarrollo y el funcionamiento de la nueva planta de biomasa supondrán una mejora en la seguridad del suministro eléctrico de la zona. Es otro beneficio social que sumar a la generación de los empleos estables e inducidos citados con anterioridad.

UNA FUENTE DE ENERGÍA ANCESTRAL.
Somos testigos en la actualidad de una curiosa paradoja. La biomasa, siendo la fuente de energía renovable que ha iniciado su desarrollo con más lentitud, es sin embargo la primera en ser usada por el Hombre, desde que hace ya casi seis millones de años comenzara a dominar el fuego.

La biomasa también jugó un papel fundamental hasta la aparición del carbón y los desarrollos de las primeras máquinas térmicas con las que Watts y otros grandes de la historia de la ciencia propiciaron el despegue industrial y tecnológico de la humanidad en el que aún estamos inmersos.

Y ahora la biomasa, esta fuente de energía ancestral, vuelve a ganar protagonismo. Es la que presenta efectos ambientales y sociales más acordes a los nuevos retos de la sociedad moderna. Además de evitar las importaciones de productos petrolíferos, la biomasa tiene un balance neutro de CO2, es la que más empleo y riqueza genera y puede convertir a España, con un enorme potencial para el desarrollo de esta fuente de energía, en una referencia industrial mundial.

Sus ventajas, bajando al detalle, son muy importantes. Estudios del sector señalan que se crean 20 empleos por cada MW de potencia instalada con biomasa, y además la mayor parte de esos empleos son forestales y sirven para dinamizar las zonas rurales, aportando cohesión social y evitando el abandono del campo.

La gestión de la biomasa lleva aparejada la utilización de residuos forestales, lo que permite reducir el riesgo de incendios forestales en un 70 %, sin coste para las Administraciones.

Y sobre todo, la energía renovable con biomasa es la más estable de todas y la única gestionable, ya que el modelo de Ence, basado en cultivos energéticos, garantiza un suministro estable y la plena operación de la planta durante más 8.000 horas anuales, sin depender de factores variables como la luz del sol, o el viento o la disponibilidad de ciertos desechos agrícolas.

La energía renovable con biomasa es, por tanto, un claro ejemplo de actividad económica consecuente y acorde al modelo de desarrollo que se busca hoy en día: socialmente beneficiosa, ambientalmente respetuosa y económicamente rentable, los tres pilares de la sostenibilidad.

Artículo completo con fotografías (páginas de la revista) “Especial Biomasa forestal: Biomasa: estrategia nacional, estrategia empresarial.”
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