En diferentes inventarios castellanos se recoge el término “escritorio”, para referirse a este tipo de muebles. Erróneamente, aún se piensa que este término alude a la función de escribir, cuando en realidad lo que refleja es su empleo para guardar escritos y escrituras. A pesar de ello y a nuestro parecer, resulta más acertado el térmi no “arquimesa”, que es, además, el nombre que se les daba en Aragón y Cataluña, focos importantes, sobre todo el primero, en la fabricación de estos muebles. En cua lquier caso, e l generalizado empleo del término “bargueño” es más reciente, y tal vez menos riguroso, ya que no se ha encontrado prueba documental ni recogida en la tradición oral que avale los posible orígenes de su empleo (Barto lomé, 1998).

Las primeras citas españo las depuradas que se localizan sobre este tipo de muebles aparecen en la testamentaría de Isabel la Católica, en donde se habla de las arcas-mesas con “sus pies”. Al parecer, hay antecedentes más rudimentarios en Aragón, de donde procede la arquimesa de la fotografía. Se atribuye a esta comunidad la más importante actividad en la producción de arquim esas, respetando siempre la técnica constructiva y la estructura típica pero presentando interesantes variaciones en de talles, terminaciones y elementos decorativos. Si bien en el ejemplo de la fotografía la madera utilizada ha sido el nogal, las primeras arquimesas alternaban el empleo de esta madera con el de madera de boj (Buxus sempervirens), aprovechando la profusa presencia relativa de esta especie en bojedas de diferentes características ecológicas en el entorno aragonés.

Es interesante observar el mueble montado sobre pie de puente, también en nogal macizo, y terminado con patas en cabeza de león en el soporte y garra de león en pies.

El frente del cuerpo superior está representando una escena de la leyenda del lugar, con San Jorge luchando, y venciendo, al dragón. Se trata de un medio relieve que termina perfilando la escena con la incorporación más política del blasón con las cuatro barras. Eneste paisaje que decora la arquimesa, se aprecia un trabajo de gubia, que resalta el pulimento en la madera de las figuras centrales, San Jorge, el caballo y el dragón. Toda la escena está bordeada por una greca tallada en madera.

En las primeras arquimesas el canon estético suponía mantener unos buenos acabados tanto en el interior del mueble como en la portezuela de cierre, de manera que el valor ornamental destacaba tanto con la puerta abierta como cerrada. Sin embargo, el paso del tiempo fue seleccionando el esfuerzo invertido y el concepto práctico del mueble. Así si la portezuela permanecía cerrada el mayor tiempo posible y  sólo se abría para guardar o extraer documentos, la mayor parte del tiempo sólo se vería el mueble cerrado. Por lo tanto, cabría ahorrar esfuerzos en decoraciones interiores de poco lucimiento. Este es el caso de la arquimesa que ahora se presenta, en donde la profusión ornam ental se ciñe tan solo al exterior del mueble .

Almudena Códoba, Restauradora de Obras de Arte.
Teodoro Abbad, Dirección Gral. de Conservación de la Naturaleza.

FICHA: Arquimesa de Aragón con pie de puente.
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