Hembra alada de Phloeomyzus passerinii (Foto: Adrián Martínez Garbayo).

Hembra alada de Phloeomyzus passerinii (Foto: Adrián Martínez Garbayo).

DESCRIPCIÓN.
Phloeomyzus passerinii Signoret es un Homóptero perteneciente a la subfamilia Eriosomatinae, familia Aphididae que se alimenta de árboles del género Populus. Se han observado diferentes grados de susceptibilidad al ataque de este insecto dependiendo del clon de que se trate. Por la bibliografía conocemos que afecta gravemente a los híbridos euramericanos, y en las prospecciones realizadas sobre choperas afectadas se detecta una mayor presencia del áfido sobre los clones I-214 y MC.
En España se le atribuyen daños desde el año 1967, detectándose entonces en choperas de Gerona; posteriormente se extendió por las choperas de toda la península, y en los últimos años ha provocado importantes daños en el Valle del Ebro, la Rioja y Navarra.
Este insecto, como sucede con el resto de áfidos, presenta un amplio diformismo sexual, encontrándose hembras vivíparas ápteras y aladas, machos y hembras ovíparas, tanto unos como otras, ajados y sexuados. El macho, con cabeza y tórax de coloración oscura y abdomen verde. presenta una longitud de 1 mm aproximadamente, antenas largas y rostro con el ápice sobrepasando el segundo par de patas. Las hembras ápteras, que constituyen el mayor número de individuos de la especie, tienen un cuerpo ovalado de color verde amarillento. Presentan un rostro muy largo y un abdomen muy pigmentado y segmentado, donde se localizan unos canales cerígenos que segregan una cera blanquecina que los recubre para su protección. La longitud del cuerpo puede variar entre 0,8 y 1 mm. En el caso de las hembras aladas, la longitud varía entre 1 y 2 mm, la cabeza y el tórax son marrones y el abdomen verde; las alas, hialinas con nerviaciones marrones.

CICLO BIOLÓGICO.
Phloeomyzus passerinii es una espercie monoica y holocíclica sobre el género Populusy presenta varias generaciones anuales. Hacia el mes de abril, dependiendo de la altitud de la zona, aparece una primera generación de hembras ápteras vivíparas que dan lugar a diferentes generaciones, también de ápteras vivíparas, durante todo el año. En los meses de otoño aparecen los individuos alados, tanto machos como hembras vivíparas y ovíparas.

Colonia de hembras ápteras Phloeomyzus passerinii (Foto: Adrián Martínez Garbayo).

Colonia de hembras ápteras Phloeomyzus passerinii (Foto: Adrián Martínez Garbayo).

En la fase sexual del pulgón, las hembras depositan los huevos en las resquebrajaduras de la corteza de los troncos y los protegen con la sustancia cérea que segregan.
En la primavera siguiente comienzan a observarse las primeras ninfas moviéndose entre los filamentos céreos blancos que recubren la corteza de los chopos infectados. Hasta la llegada del otoño, las ninfas presentan una intensa actividad e introducen su estilete en la parte más profunda de la corteza para alimentarse del floema. Se localizan a lo largo de todo la corteza del tronco y de las ramas.
En las condiciones estudiadas en las choperas de la Ribera del Ebro no se ha detectado la presencia de formas hibernantes, observando una actividad incesante del pulgón durante todo el año. Si bien es cierto que durante los días donde las temperaturas son más bajas se ha comprobado una menor producción de ceras, aunque las ninfas continuaban con su actividad alimenticia.

Detalle de exudados sobre la corteza de un chopo afectado (Foto: Adrián Martínez Garbayo).

Detalle de exudados sobre la corteza de un chopo afectado (Foto: Adrián Martínez Garbayo).

DAÑOS.
En los últimos años se está observando una proliferación de este insecto por nuestras choperas. El incremento de su presencia puede estar relacionado con las condiciones climatológicas. Según la bibliografía consultada, parece ser que condiciones de humedad relativa elevada con temperaturas suaves son óptimas para el desarrollo del mismo.
Como en el resto de los áfidos, Phloeomyzus passerinii ocasiona daños directos sobre los árboles colonizados debidos a la succión de savia. El pulgón introduce su aparato chupador en la corteza del árbol para llegar al floema, desde donde succiona aquella. Al mismo tiempo inyecta una sustancia que, solubilizando el tejido, le permite alcanzar los vasos liberianos, provocando a la vez atrofia en los tejidos afectados. Estas atrofias se ponen de manifiesto con la aparición de pequeños tumores y exudados en la corteza, que son visibles a cierta distancia.
Posteriormente, estas zonas se necrosan generando una desecación de la madera y su agrietamiento longitudinal, lo que interrumpe la circulación de savia. Esto provoca una depreciación en la calidad de la madera, un debilitamiento generalizado del árbol y, en algunos casos, puede ocasionar la muerte de los pies colonizados.
En los árboles afectados, los síntomas externos son fácilmente detectables a comienzos de la primavera por la presencia de abundantes filamentos céreos que forman un tapiz algodonoso por el tronco. En el caso de graves infestaciones, el suelo de la chopera aparece cubierto por ceras provenientes de las partes altas de los árboles que pueden ser arrastradas por el agua de riego o el viento, constituyendo el método de dispersión de la plaga a árboles sanos.
El pulgón lanígero se desarrolla en aquellos chopos cuya corteza se encuentra suficientemente lignificada y que presenta resquebrajaduras; generalmente en chopos de más de cuatro años.

Tronco de chopo recubierto por las secreciones céreas de Phloeomyzus passerinii (Foto: Nieves Ibarra Ibáñez).

Tronco de chopo recubierto por las secreciones céreas de Phloeomyzus passerinii (Foto: Nieves Ibarra Ibáñez).


MÉTODOS DE CONTROL Y TRATAMIENTO.

Debido al rendimiento económico que se pretende obtener del cultivo del chopo, es aconsejable realizar tratamientos químicos eficaces desde el momento de detección de los primeros síntomas para impedir la proliferación de Phloeomyzus passerinii por el resto de la chopera.
Los tratamientos químicos recomendados son aquellos que consisten en la aplicación de organofosforados durante la primavera, coincidiendo con la mayor actividad del áfido. En esta aplicación se pulveriza el árbol con un producto autorizado, impregnando completamente el tronco hasta la mayor altura posible.
Este método de control se puede complementar con un tratamiento invernal, lo que en la práctica nos ha dado resultados muy satisfactorios. En éste es necesaria una menor cantidad de producto, lo que disminuye la fitotoxicidad; así mismo, se alcanzan zonas de la copa que el tratamiento de primavera no conseguía debido al follaje.
Por otra parte, aun· que existen citados un importante número de enemigos naturales, parece ser que no son capaces de mantener el nivel poblacional del áfido dentro de unos umbrales que impliquen un equilibrio con el correcto funcionamiento de los chopos.

Enrique Martín Bernal, Ing. Técnico Forestal, D.G.A.-Opto. de Medio Ambiente.
Nieves Ibarra Ibáñez, Ingeniera de Montes, Unidad de la Salud de los Bosques, Dpto. Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente, Gobierno de Aragón.

FICHA Nº26 Phloeomyzus passerinii Signoret; Pulgón lanígero del chopo.
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