El sector forestal en Etiopía.

Amelework Kassa, Master en Conservación y Uso sostenible de Sistemas Forestales y estudiante de doctorado.
Dr. Wubalem Tadesse: Ethiopian Institute of Agricultural Research.

Etiopía se encuentra situada en el Cuerno de África. Es el segundo país más poblado del continente, con más de 80 millones de habitantes, y el décimo en superficie, con 1,1 millones de km2. Limita al norte con Eritrea; al sur, con Kenia; al este, con Yibuti y Somalia; y al oeste, con Sudán (Figura 1).

La capital del país, Addis Abeba, es la sede de la Unión Africana. Es uno de los pocos países africanos que poseen alfabeto y calendario propios, este último con siete años y ocho meses de retraso con respeto al gregoriano. Etiopía es uno de los países cristianos más antiguos del mundo: la mayoría de la población profesa la religión cristiana, y un tercio de la misma, la musulmana. En el país hay alrededor de 80 grupos étnicos diferentes, los mayoritarios, los Oromo y los Amhara.

Etiopía también se conoce como el techo de África, pues presenta nueve cimas que superan los 4.000 metros de altura y once por encima de los 3.000 metros. La montaña más alta (Ras Dashen) alcanza 4.620 msnm, pero también se encuentra una de las depresiones más acusadas de la Tierra (Danakil, con el volcán Dallol en su seno), a 116 mbnm, y que a su vez se considera el lugar más cálido del mundo, con la temperatura media anual más alta del planeta. La cueva más grande de África también se localiza en Etiopía (Sof-Omar). La meseta central etíope, con una elevación media de 2.000 msnm, ocupa más de la mitad de la superficie del país. Se consideran tierras altas a las que superan los 1.500 m de cota.

Etiopía presenta cinco grandes grupos de climas, que se clasifican según la altitud y la temperatura media anual:
-Wurch (clima muy frío o alpino): aquellas regiones que se encuentran por encima de los 3.200 msnm, con una temperatura media por debajo de los 10 ºC.
-Dega (clima frío): comprende las regiones con una altitud entre los 2.300 y 3.200 msnm, con temperatura media entre 10 y 15 ºC.
-Weyina Dega (clima templado): abarca regiones entre los 1.500 y 2.300 msnm, con temperatura media entre 15 y 20 ºC.
-Kola (clima cálido): comprende regiones entre los 500 y 1.500 m de altitud, con temperatura media entre 25 y 30 ºC.
-Bereha (clima desértico): propio de regiones de altitud inferior a 500 m, con temperatura media entre 30 y 40 ºC.

Las precipitaciones están igualmente relacionadas con la altitud. En regiones por encima de los 2.500 msnm se registran precipitaciones anuales de 1.400 a 1.800 mm; entre los 2.500-1.800 msnm de altitud se registran precipitaciones de 1.000 a 1.400 mm; la precipitación baja a unos 600 mm en regiones con altitud entre 1.800 y 600 msnm; por último, esta precipitación desciende por debajo de los 200 mm anuales en las zonas con altitud inferior a 600 msnm.

La economía etíope está basada en la agricultura, que representa el 45 % del producto interior bruto del país, generando el 80 % del empleo. Aparte de esto, proporciona el 90 % de la materia prima para las industrias. También representa el 80 % en las exportaciones, de las cuales el 60 % está constituido por el café. El café, originario de Etiopía, fue descubierto en el nordeste de la provincia de Keffa (de donde
proviene el nombre de “café”), y es la base de la economía nacional. Se planta en bosques bajo especies forestales que le proporcionen sombra, e incluso bajo plantaciones arbóreas urbanas (figura 2).

También juega un papel importante en la economía del país la producción de flores. Aporta más de 200.000 puestos de trabajo en diez provincias del país. Estas plantaciones ocupan más de 1.000 hectáreas, y los productos son exportados a varios países del mundo. Entre los principales inversores se encuentran etíopes, holandeses, italianos, alemanes, norteamericanos, británicos e israelíes. Las principales tipos de flores se observan en la figura 3.

EL SECTOR FORESTAL EN ETIOPÍA.
La información acerca de los bosques y los recursos forestales en Etiopía es muy limitada, hasta el punto de que se considera el principal impedimento para planificar y desarrollar una gestión forestal adecuada (FAO, 2003). Los datos históricos indican que el 66 % del área total del país estaba cubierto por bosques, incluyendo entre ellos las sabanas arboladas. Al comienzo de los años cincuenta, los bosques densos sólo cubrían el 16 % de la superficie total del país, cifra que se redujo al 3,6 % a principios de la década de 1980 (Bekele, 2001, Forestry Research Directoriate, 2000). En el año 1992 bosques y sabanas ocupaban 27,5 millones de hectáreas.

Según FAO (2001), los bosques de Etiopía se dividen en cuatro grupos principales (Tabla 1), de los cuales las plantaciones forestales (FAO, 2003) ocupaban 216.000 ha en el año 2000.

Actualmente se estima que el 2,7 % de la superficie del país está cubierta por bosques densos naturales. Los bosques altos existentes se hallan en las partes menos pobladas y de difícil acceso del sur y suroeste del país. La mayoría de los bosques son inaccesibles por la ausencia de caminos y por el abrupto relieve montañoso (FAO, 2010) (figura 4), pero anualmente se pierde por la deforestación el 0,2 % de la superficie (Bekele, 2001, Forestry Research Directoriate, 2000). Debido a esta deforestación, se pierden anualmente aproximadamente 2.000 millones de toneladas de suelo. Entre las principales causas de la deforestación se encuentran el incremento de la población, la gran demanda de tierras agrícolas, las talas para construcción y como fuente de combustible (leña y carbón vegetal), el sobrepastoreo y los incendios provocados. El sector energético de Etiopía depende fuertemente de la madera para combustible. Más del 90 % de la energía utilizada para cocinar los alimentos en el país deriva de la biomasa forestal, y de la cual, el 78 % proviene de la madera. En 2002, la producción de madera para combustible fue superior a los 90 millones de metros cúbicos.

El sector forestal, aunque en baja proporción, contribuye a las economías local y nacional, a las que aporta tanto productos maderables como no maderables. Según FAO (2010), los bosques contribuyen el 2,8 % del PIB, pero esta cifra sólo refleja los ingresos derivados de las actividades forestales industriales tradicionales que se basan la madera. En esta cifra no se consideran los productos no maderables destinados a las industrias alimenticias y medicinales, los ingresos medioambientales y por turismo de la naturaleza, etc. En general, las aportaciones económicas a escala nacional pueden verse desde distintos ángulos, como la generación de empleo, los ingresos de divisas a través de la exportación, así como la contribución indirecta a otros sectores de la economía, especialmente la agricultura.

De acuerdo con la Declaración de la Tierra Rural que entró en vigor en julio de 1997, todas las tierras pertenecen al Estado, pero los agricultores tienen derecho de herencia y transferencia de por vida para el uso de la tierra y los árboles en ella plantados (FAO, 2010).

El sector forestal está estructurado a nivel regional subordinado al sector agrícola. Donde el sector forestal forma parte de los departamentos dentro del sector agrícola, a su vez el sector forestal se divide en dos grandes grupos: el primero se dedica a la conservación de agua y suelo, y el segundo, a todo lo relacionado con el medioambiente, desde la producción de plantas de especies forestales y ornamentales hasta el aprovechamiento y control de los productos del bosque. Los centros de investigaciones a nivel nacional se dividen en dos grandes grupos, federal y regional, y se encuentran bajo el mando del Centro Federal de Investigación Agrícola (EIROEthiopian Institute of Agricultural Research). El Centro Federal de Investigación cuenta con quince centros de investigación agrícola que incluyen también el sector forestal, y el regional, con diez. En la mayor parte de estos centros se realizan investigaciones relacionadas con el sector forestal.

LOS TIPOS DE BOSQUES Y SU APROVECHAMIENTO.
Casi el 85 % de habitantes (67 millones) viven en zonas rurales y ejercen actividades agrícolas tradicionales. En esta sociedad, el bosque tiene un alto significado. Proporciona aperos agrícolas, forraje, alimentos, medicinas, energía (leña y carbón vegetal) y materiales de construcción, a la vez que protege el suelo y genera puestos de trabajo. Estos puestos de trabajo se relacionan con el aprovechamiento del bosque, entre cuyos productos destacan los no maderables (PFNM), como la resina, el incienso y la mirra.

Los terrenos forestales se encuentran por lo general en zonas áridas y semiáridas del país, que representan más de 65 % del área total. Estos bosques se conocen por la producción de productos forestales no maderables (PFNM) que aportan de 1-1,5 % del producto interior bruto (PIB) del país (Tadesse et al., 2002). Entre las especies de estas zonas cabe destacar las de los géneros Acacia, Boswellia, Commiphora (que se conocen por la producción de gomas naturales, incienso y mirra respectivamente), Balanites, Euphorbia y Combretum (Gebre Markos y Wolde Selassie, 1998), restringidas a zonas agro-pastorales y pastorales (Figura 5).

Etiopía fue -y sigue siendo- uno de los más grandes exportadores del incienso y mirra que se utilizan en ceremonias religiosas y en la ceremonia del café. Las especies que producen en todo el mundo estos productos son las del género Boswellia (figura 6) y Commiphora (figura 7). En el territorio etíope se encuentran más de 60 especies productoras de gomas naturales, y el área total cubierta por estas especies se estima en 2,9 millones de hectáreas, con una producción potencial de 300.000 t (Tadesse et al., 2004 y 2007, Lemenih et al., 2007, Yebeyen et al., 2009).

Las especies del género Acacia se conocen por la producción de gomas naturales, especialmente Acacia senegal y Acacia seyal, que producen respectivamente la goma arábiga y la goma talha. La primera de estas gomas se utilizan en industrias alimenticias, no así la segunda respectivamente (Moges & Kindu, 2006, Eisa et al., 2008). Por otra parte, las hojas y las semillas son fuente de alimento para el ganado; las flores, para la obtención de miel. Su madera es muy apreciada por la población para su uso como fuente de combustible (leña y carbón vegetal). Estas especies se utilizan también como restauradoras del medioambiente al proteger el suelo de efectos negativos -como el viento, la erosión hídrica y la sequía- y fijar nitrógeno atmosférico (Figura 8).

Las especies de Acacia se caracterizan por su capacidad de adaptación a condiciones climáticas erráticas en todas las zonas y por presencia de cubierta muy dura de sus semillas, que las protege de las frecuentes sequías de las zonas áridas, demostrándose que las especies de Acacia senegal y Acacia seyal pueden adaptarse a condiciones extremas de sequía, en especial A. seyal (Kassa et al., 2010).

Las plantaciones forestales incluyen plantaciones industriales y urbanas administradas por el Gobierno, así como los bosques comunitarios y las repoblaciones destinadas a la protección de cuencas hidrográficas. La tasa de plantación anual planificada es de aproximadamente 2.000 ha, que representan tan sólo alrededor del 1 % de la superficie que se deforesta anualmente, que se estima de 150.000–200.000 ha (Meleka Bekele, 2003). Las especies dominantes en las plantaciones industriales son especies de los géneros Eucalyptus, que actualmente cubre 250.000 ha (Figura 9), y Cupressus (59 % y 26 %, respectivamente), seguidas de Juniperus procera (6 %), especies del genero Acacia (5 %) y otras especies (3 %). En términos de distribución regional, Oromia tiene la mayor proporción (52 %), seguida de la región de Amhara (22 %). El uso de las plantaciones de la especie de Eucalyptus se muestra en la figura 9.

Las plantaciones urbanas son aquellas que se efectúan alrededor de los centros urbanos con el fin de satisfacer el consumo propio: leña, material de construcción, aperos agrícolas, etc. Las especies más comunes que se plantan son del género Eucalyptus (construcción y leña), leguminosas (alimento del ganado y sombra), árboles frutales, especies protectoras del suelo, etc. Dada la gran importancia de los productos que aportan estas especies, este tipo de plantaciones cada día se ven más promovidas por las poblaciones rurales.

Los Bosques de la Comunidad son plantaciones administradas por comunidades autónomas. Pueden estar orientados a la protección o la producción (leña, postes, construcción, etc.), y las especies principales son Eucalyptus globulus y Eucalyptus camaldulensis. En el país existen varios proyectos financiados por fondos gubernamentales o por otros países enfocados a las plantaciones del Eucalyptus. Por ejemplo, el Proyecto de cooperación entre la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el Instituto Etíope de Investigación Agraria se inició en 2005. Este proyecto de colaboración tiene como objetivo la recuperación forestal de tierras altas y degradadas de Etiopía con clones seleccionados en España de Eucalyptus globulus. Este proyecto ha logrado resultados muy llamativos, con una gran implicación de las poblaciones rurales elegidas y de los propios participantes del proyecto. Algunos resultados del mismo se observan en la Figura 10.

Las plantaciones de captación y protección son las operaciones encaminadas a prevenir la degradación de la tierra, como los cierres o plantación de laderas escarpadas, de captación y subcuencas y de áreas degradadas.

PERSPECTIVAS.
Las perspectivas del sector forestal en Etiopía:

1. El futuro de Etiopía exige bosques productivos que compensen la falta de tierras agrarias y que puedan alimentar a la población prevista para 2020 de 135 millones de habitantes.

2. En un futuro próximo, merced a la investigación forestal, se pretende mejorar la gestión selvícola de manera que se pueda revertir el actual desequilibrio ambiental, que está causando muchos problemas en la vida diaria de la población etíope, especialmente en las comunidades rurales, donde habita el 85 % de la población del país. Aunque será difícil llegar al estado inicial de la cobertura del bosque (40 %).

3. Incrementar la producción de productos forestales, sean maderables o no, y la producción agrícola, por su influencia en la economía nacional, ya que Etiopía es un país eminentemente agrario y con ello se mejora el nivel de vida de la población.

De acuerdo con la Declaración de la Tierra Rural que entró en vigor en julio de 1997, todas las tierras pertenecen al Estado, pero los agricultores tienen derecho de herencia y transferencia de por vida para el uso de la tierra y los árboles en ella plantados. (FAO, 2010).

Artículo completo con fotografías (páginas de la revista) “Especial: El sector forestal en Etiopía.”
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