Evolución de la población reproductora de quebrantahuesos en el Pirineo aragonés.

Miguel Ángel Duralde, Presidente de ASEMFO.

En primer lugar, felicitamos a la revista FORESTA por esta edición número cincuenta y por sus doce años de vida promoviendo la información y la divulgación ambiental.
Agradecemos también a la redacción de la revista que haya contado con ASEMFO, Asociación Patronal Forestal, para hacer balance de lo que han sido estos últimos años en la vida del sector forestal.

Desde el sector empresarial privado al que represento, parece que este periodo (y a continuación me explico) supone la consolidación de la existencia de las empresas de servicios forestales como medio de ejecución de las políticas forestales y ambientales de las administraciones públicas mediante la licitación pública, con lo que supone de libre concurrencia, competencia y, por lo tanto, mejor precio y servicio.

Todo ello ha exigido una evolución importante de las empresas, adquiriendo una mayor profesionalización del sector con la creación de cuadros directivos multidisciplinares, con personal técnico y de gestión que ha dado un giro a la filosofía empresarial tradicional, desplazando al empresario vocacional e incluyendo el concepto de eficacia junto al de eficiencia y gestión global.

La tipología de las empresas es muy variada. Hay empresas locales, medianas y grandes. La facturación oscila entre 300.000 euros y 100 millones de euros. La gran mayoría está en posesión de certificados de calidad y gestión medioambiental. El epígrafe 912 de servicios forestales del Impuesto de Actividades Económicas recoge una cifra de 1.812 empresas en el año 2008. Las empresas de mayor tamaño pertenecen a grandes grupos empresariales de servicios generales,  que también cuentan con una división forestal. La mayor parte de las empresas en estos últimos años ha conseguido también diversificar su actividad a otras líneas de negocio complementarias como pueden ser la jardinería, la obra civil, las energías renovables, etc.

El inicio del periodo de referencia en el año 1998 coincide con la etapa de mayor crecimiento de las empresas de servicios forestales, en la que tuvieron una gran importancia los programas europeos de ayudas al sector forestal, principalmente el Plan de Forestación de Tierras Agrícolas, que impulsó el nacimiento de numerosas empresas forestales desde el año 1994, que se fueron consolidando posteriormente en el tiempo hasta prácticamente el año 2000.

El conjunto de empresas de servicios forestales dependen en un noventa por ciento de su facturación de la inversión pública, de forma que la evolución del sector empresarial forestal está íntimamente ligada al presupuesto que la Administración General del Estado y las diferentes consejerías de medio ambiente de las comunidades autónomas destinan al sector forestal.

ASEMFO evalúa periódicamente esta inversión a través del Estudio de Inversión y Empleo en el Sector Forestal. Con los datos publicados, desde el año 1997 hasta 2008  hay que destacar una cierta tendencia al alza de esta inversión, en una cifra cercana a 1.500 millones de euros anuales, que representan un 0,3% del PIB de España y un 3% de la inversión total (año 2008).

Pero no es sólo el volumen económico destinado a invertir en nuestros montes lo que a las empresas de servicios forestales les supone oportunidad de negocio, sino que el modo de ejecutar tales inversiones por parte de la administración se convierte en un aspecto fundamental. Por ello hay que volver a la información aportada por el estudio citado, en donde se comprueba que la licitación pública está estancada en un 32,42% de media, es decir, en un tercio de la inversión, quedando otro tanto en manos de empresas públicas.

Este es un aspecto claramente a destacar en estos doce años: el sector forestal, al contrario del resto de sectores y contra los criterios de eficacia, de transparencia y de precio (entre otros), ha visto aumentar sensiblemente el número de empresas públicas.

Es verdad que se debe distinguir a las empresas públicas de gestión de aquellas otras empresas que junto con la gestión de la licitación de obras y servicios también lleva a cabo la ejecución de los trabajos, generando una competencia directa al sector empresarial privado, que aporta siempre eficiencia y reducción de costes a la sociedad española.

Pero la empresa privada ha sufrido siempre y sigue padeciendo la desconfianza por parte de las administraciones públicas, que no han valorado al sector empresarial privado como un colaborador profesional y eficiente para la ejecución de sus políticas y actuaciones, refugiándose en la colaboración por “comodidad” en las empresas públicas, al principio, en Tragsa, como medio propio de ámbito nacional, y luego compaginando esta dependencia con la empresa propia de cada comunidad. El resultado final ha sido una hipertrofia administrativa, dependiente además del hacer de la empresa pública.

Como principales empresas públicas cabe destacar las siguientes:
TRAGSA Nacional
TRAGSATEC Nacional
EGMASA Junta de Andalucía
SODEMASA Gobierno de Aragón
SOMACYL Junta de Castilla y León
GEACAM Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha
VAERSA Generalitat Valenciana
GESPLAN Gobierno de Canarias
VIVEROS DE NAVARRA Gobierno de Navarra
IBANAT Gobierno Balear
FORESTAL CATALANA Generalitat de Catalunya
GEDESMA Comunidad de Madrid

El gran interés que para el conjunto de los ciudadanos suscitan tanto la protección del medioambiente como el mundo forestal en particular, nuestros gobernantes lo han derivado de forma incomprensible hacia el aumento desmesurado de la función pública, que además de absorber una buena parte del presupuesto ha generado un incremento asfixiante de la normativa, haciendo cada día más difícil la gestión forestal; y como lo mismo ha ocurrido en el ámbito administrativo, cada día es más difícil gestionar una empresa que pretenda moverse libremente por toda España.

Quiero destacar otros cambios importantes sufridos en el sector en estos doce años: Por un lado, la aparición del primer convenio colectivo específico del sector, de aplicación en Castilla y León, lo que ha supuesto al menos que las condiciones laborales las pactemos empresas del sector y no las asociaciones agrarias; y por otro lado, todos los aspectos relacionados con la prevención de riesgos laborales: la vigilancia en la salud y el equipamiento de protección están plenamente asimilados tanto por las empresas como por los trabajadores.

La situación actual es extremadamente negativa, pues la crisis económica generalizada ha afectado gravemente al sector empresarial forestal, que ha visto cómo el conjunto de administraciones públicas recortan la inversión forestal, que no consideran de interés general, pese a que el medio natural es una infraestructura básica de nuestro país. Y es aquí donde viene a parar mi referencia inicial a la “supuesta” consolidación del sector. En este periodo de doce años no hemos vivido un lapso de recesión económica rodeado de periodos prósperos, es decir, no hemos visto el desarrollo del sector en un ciclo completo; sólo una parte expansiva y la actual recesión, de la cual todavía no se distingue el final. A mi modo de ver, como ya he dicho, nuestros dirigentes políticos, ayudados por la propia administración, han estado preocupados en crecer a costa de todos, y se encuentran ahora con la imposibilidad de mantener lo creado (lo indebidamente creado), y en estos momentos se encuentran con el deber ineludible de recortar, pero esta vez a costa de unos pocos. Se ha generado un modelo de administración ineficaz, mastodóntico, carísimo. En una palabra: “insostenible”, que además es incapaz de reaccionar adecuadamente.

El futuro a corto plazo no es esperanzador; las empresas están llevando a cabo un fuerte proceso de reestructuración.

A largo plazo, la valoración es positiva, ya que el sector forestal ofrece una respuesta clara a muchas de las actuales demandas de los españoles: creación de riqueza y empleo en el medio rural; lucha contra el cambio climático, dado el papel de los bosques como sumideros de CO2; y generación de energías alternativas no contaminantes a través de la biomasa forestal.

El futuro de la gestión forestal va de la mano de las empresas privadas de servicios. Existe un sector empresarial privado que está bien estructurado, es competitivo y aporta flexibilidad y eficiencia al trabajo forestal, a la vez que supone una mejora continua del capital humano.

La inversión en nuestros bosques es una inversión productiva que devuelve valor a la sociedad. La gestión forestal asegura nuestras masas arboladas contra los procesos actuales de desertificación como consecuencia de catástrofes climáticas o de los incendios forestales. El bosque no puede quedar abandonado a su suerte.

Las empresas forestales confiamos en ser capaces de salir de esta crisis con las heridas menos graves posibles. Sin duda redundará en el bien de empresarios y trabajadores, pero también, y así lo creemos sinceramente, por el bien del medio forestal español.

Reitero mi agradecimiento y felicitación a FORESTA.

Enhorabuena y a seguir.

El futuro de la gestión forestal va de la mano de las empresas privadas de servicios. Existe un sector empresarial privado que está bien estructurado, es competitivo y aporta flexibilidad y eficiencia al trabajo forestal, a la vez que supone una mejora continua del capital humano.

Artículo completo con fotografías (páginas de la revista) “Especial: Evolución del sector empresarial forestal.”
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