Rama de un cipres afectado con un caracteristico grumo de resina (Foto: E. Martín Bernal).

Rama de un ciprés afectado con un característico grumo de resina (Foto: E. Martín Bernal).

DESCRIPCIÓN.
Seiridium cardinale (Wagener) Sutton & Gibson es un hongo causante de una grave enfermedad conocida como el chancro del ciprés, que afecta a diversas especies de la familia de las Cupresáceas. Las especies más sensibles son Cupressus macrocarpa y C.sempervirens, y, en menor medida, C.arizonica. En algunos casos también se ha detectado sobre Thuja, Juniperus y Chamaecyparis, entre otros géneros.
La enfermedad fue detectada por wagener en California, donde arrasó numerosas hectáreas de las dos principales especies sensibles. Posteriormente se localizó en zonas de Nueva Zelanda, Sudáfrica, Australia y Europa. En España se encuentra ampliamente distribuida en toda de la Península.
En la actualidad, en Europa, este hongo es el principal agente devastador de cipreses, causando importantes daños económicos en los viveros cuya planta va destinada principalmente a formar setos en jardines, parques y bordes de carreteras. La fuerte expansión de la enfermedad viene favorecida por la amplia distribución del cultivo de C.macrocarpa, muy adaptable a diferentes hábitats, y por sus actuales métodos de poda.

CICLO BIOLÓGICO.
Seiridium cardinale (Sinónimo: Coryneum cardinale) es un hongo que pertenece a la clase de los Coelomycetos (Deuteromycotina).

Detalle del acérvulo con conidias inmaduras (Foto: Miguel Cambra Álvarez).

Detalle del acérvulo con conidias inmaduras (Foto: Miguel Cambra Álvarez).

Los cuerpos de fructificación que produce este hongo son acérvulos, cuerpos pustulares de color negro que aparecen dispersos sobré la corteza de troncos, ramas y frutos. En épocas húmedas, primavera y otoño, estos cuerpos rompen la epidermis y liberan al exterior gran cantidad de esporas. Estas esporas asexuadas o conidios miden 20-25 x 8-10 micras, y poseen 5 tabiques con 6 células; las cuatro células medianas son oscuras y las extremas, hialinas, la apical termina en un muecón y la basal es truncada. La diseminación de los conidios se puede realizar a grandes distancias a partir del viento e insectos vectores. Las formas habituales de dispersión de la enfermedad en setos y plantas ornamentales son a través de las herramientas de poda y de las salpicaduras de gotas de agua provenientes de la lluvia o del riego por aspersión.
La infección de árboles sanos tiene lugar a partir de heridas o incluso a través de aberturas naturales, como son las lenticelas. Para la germinación del hongo es necesaria una elevada humedad relativa y temperaturas entre 5 y 34ºC, con un óptimo de aproximadamente 24-25 ºC. Los conidios germinan y se almacenan sobre el tronco y las ramas, donde provocan la aparición de chancros. A partir de estos chancros se difunde el inóculo por las diferentes partes del ejemplar y por otros árboles sanos, continuando así su ciclo biológico.

ngo vistas al microscopio (Foto: Miguel Cambra Álvarez).

ngo vistas al microscopio (Foto: Miguel Cambra Álvarez).

DAÑOS.
La enfermedad provocada por Seiridium cardinale se inicia en el punto de la corteza por donde ha penetrado el hongo. Este hecho produce un cambio de color en el cambium, que va adquiriendo un tono pardo-rojizo. Esto sucede normalmente en primavera o verano, por tener entonces lugar las condiciones climáticas necesarias para la germinación de los conidios y coincidir con el rápido crecimiento del árbol.
En la corteza aparece un área necrótica que se va ampliando hasta la rotura longitudinal de la corteza. De esta manera, se forma un chancro lentiforme que produce un exudado resinoso, fácilmente detectable para el diagnóstico de la enfermedad. En estas necrosis se pueden obtener las fructificaciones del hongo en forma de pequeñas pústulas negras para su análisis en laboratorio. Los chancros van creciendo y provocan el anillamienlo de ramillas o ramas, cuyas hojas adquieren una coloración amarillenta que va tornando a tonos rojizos, hasta la defoliación y muerte del ciprés.
El número de chancros varía con la edad, el vigor del árbol y con la existencia de situaciones de debilitamiento causado habitualmente por un déficit hídrico o por una poda severa.
En árboles jóvenes, la gravedad de los daños es mayor, ocasionando rápidamente el anillamiento del tallo y la consecuente muerte del ejemplar.

 

Sintomas de la enfermedad sobre Cupressus sempervirens (Foto: E. Martín Bernal).

Sintomas de la enfermedad sobre Cupressus sempervirens (Foto: E. Martín Bernal).


MÉTODOS DE CONTROL Y TRATAMIENTO.

Diversas especies de Cupressus son muy utilizadas para barreras cortavientos y setos ornamentales por presentar una atta resistencia y gran adaptabilidad a diferentes condiciones edáficas y climáticas. Estas barreras son muy susceptibles al ataque de esta enfermedad. El amplio cultivo de C.macrocarpa con tales fines ha provocado una importante difusión de Seiridium cardinale.
A pesar de ello, no existen tratamientos curativos efectivos contra esta enfermedad, por lo que hay que recurrir a tratamientos preventivos orientados a impedir el contagio de plantas sanas por plantas enfermas. Por esta razón, se recurre a la pulverización con fungicidas autorizados de la familia de los benzimidazoles, en los periodos más favorables para la propagación del hongo. Este tratamiento se repite dos o tres veces en primavera y otoño, preferiblemente acompañado de un abono foliar que mejore las condiciones de defensa del árbol.
En el momento de la aparición de los primeros síntomas se recomienda un diagnóstico rápido de la enfermedad, con el objeto de reducir la fuente de inóculo mediante la poda, eliminación de las ramas afectadas y quema de aquellos árboles muy infectados o ya muertos.
En los viveros destinados a fines ornamentales se establecen severos protocolos, con inspecciones semanales y medidas culturales que incluyen tratamientos sistemáticos y programas de fertilización, además de podas sanitarias y eliminación y posterior quema de todos los ejemplares afectados.
Por otra parte, la dificultad de la lucha química ha hecho que se preste especial atención en la búsqueda y utilización de clones resistentes o poco sensibles a la enfermedad.

Enrique Martín Bernal, Ing. Téc Forestal, D.G.A.-Unidad Sanidad Forestal. Zaragoza.
Nieves Ibarra Ibáñez, Ingeniera de Montes, Unidad de la Salud de los Bosques, Dpto. Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente, Gobierno de Aragón.

FICHA Nº21 Seiridium cardinale; Chancro de los cipreses.
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