La sanidad forestal: evolución y situación actual.


Enrique Martín Bernal, Ingeniero Técnico Forestal, Dpto. Medio Ambiente de Aragón.
Nieves Ibarra Ibáñez, Ingeniero de Montes, Unidad de la Salud de los Bosques de Aragón.
Félix Centeno Robles, Ingeniero Técnico Forestal, Unidad de la Salud de los Bosques de Aragón.

Las diferentes políticas mundiales y comunitarias sobre medioambiente y protección de los bosques establecen una serie de criterios de gestión forestal sostenible con el objetivo del mantenimiento de la multifuncionalidad de las masas forestales. Para ello, durante los últimos años se han venido desarrollando diferentes técnicas y criterios de gestión dirigidos a la consecución un único fin, el mantenimiento de los montes en las mejores condiciones de productividad y sostenibilidad a lo largo del tiempo.

Una de las disciplinas que mayor papel juega en el mantenimiento del equilibrio entre la dinámica y sostenibilidad de nuestros sistemas forestales es la sanidad forestal, la cual no debe ser entendida como un conjunto de técnicas de control y erradicación de organismos nocivos que afectan a las especies forestales, sino como una herramienta más para la consecución del objetivo de supervivencia de los bosques. Una protección y conservación no sólo frente a los fenómenos que tradicionalmente han venido afectando a nuestros montes, como pueden ser las plagas, enfermedades y agentes climáticos, sino ante dificultades que han surgido en las últimas décadas y que por su gravedad requieren una atención preferente. Nos referimos a problemas como los derivados de la contaminación atmosférica, de los efectos del cambio climático y de la introducción de organismos nocivos considerados de cuarentena.

Debido al continuo avance y a la aparición de nuevos problemas que afectan a los ecosistemas forestales, durante los últimos años se ha producido un importante cambio en la forma de consideración de la sanidad forestal. Se ha pasado del exclusivo seguimiento y conocimiento biológico y de las técnicas de control -fundamentalmente a través de aplicaciones químicas- de las principales especies de plagas y enfermedades forestales al desarrollo de nuevas técnicas y líneas de investigación, así como a la aplicación de aquellas empleadas en otros campos, integrando de esta forma la sanidad forestal dentro de un concepto más amplio que el inicialmente concebido y que ha sido denominado como “protección de los bosques”.

Durante las últimas décadas se han introducido innovadoras técnicas de seguimiento, prevención y control de organismos nocivos. Son la consecuencia de la obligación de dar explicación a extraños fenómenos de decaimiento de masas forestales asociados a pluralidad de factores, así como por las restricciones y exigencias impuestas por la normativa aplicable a organismos considerados de cuarentena, junto con la recientemente dictada en relación al uso sostenible y disminución de la utilización de productos fitosanitarios.

En relación al seguimiento del estado sanitario de las masas forestales, la aparición a comienzos de la década de los 80 del siglo pasado de una alta mortalidad de árboles ligada a síntomas de decaimiento en gran número de hectáreas de la superficie forestal europea desencadenó el desarrollo de diferentes grupos de trabajo, entre los que destacó el Programa Internacional de Cooperación para los Bosques, ICP-Forests, con el cometido de coordinar la evaluación de daños forestales en los países signatarios. Para ello, desde 1986, a partir de la elaboración del primer Manual de Evaluación Fitosanitaria, se han desarrollado las Redes Europeas de Evaluación de Daños Forestales, efectuándose anualmente su revisión por grupos especializados de expertos en sanidad forestal.

Algunos de los avances más destacables recientemente producidos son la utilización de los llamados métodos no agresivos de control de plagas. En los últimos años se ha logrado sintetizar atrayentes químicos basados en la combinación de las feromonas emitidas por las especies-plaga junto con compuestos cairomonales (alfa-pineno, compuestos resínicos, etc.), resultando un cebo muy eficaz para la atracción de las mismas. Mediante la utilización de estos atrayentes en combinación con diferentes modelos de trampas (Delta, Theysohn, embudos múltiples, trampa G) se consigue el control de algunas de las principales plagas que afectan a las masas forestales, siendo una técnica muy utilizada frente a insectos defoliadores como la procesionaria del pino, Thaumetopoea pityocampa Schiff., insectos perforadores de pinos de los género Ips y Tomicus, taladro del chopo, Paranthrene tabaniformis Rott., así como para otros muchos organismos considerados perjudiciales. Esta línea de investigación y desarrollo de atrayentes químicos para especies consideradas plagas -no sólo forestales sino también de las que afectan a cultivos agrícolas- se encuentra en la actualidad en continuo desarrollo como consecuencia de los beneficios que ofrece; en primer lugar, con ella se reduce la aplicación de compuestos químicos insecticidas, y por otro lado, debido a su gran utilidad, además de ser usadas para la monitorización y el conocimiento fenológico de la especie, se emplean para reducir los daños en las masas forestales, a partir del mantenimiento de las especies objeto de control en umbrales poblacionales soportados por sus hospedantes.

Otra de las técnicas que se están desarrollando recientemente es el uso de fauna auxiliar, basada fundamentalmente en especies depredadoras o parasitoides de los organismos que se pretende controlar. Se trata de una técnica novedosa de control de plagas en la que a partir de la liberación del organismo auxiliar o mediante la realización de mejoras de hábitat se consigue en incremento de la población de insectos beneficiosos y de esta forma una reducción de los daños causados por la especie plaga. De la utilización de fauna auxiliar se han obtenido resultados satisfactorios en los últimos años fundamentalmente en el control de pulgones y otras especies de Áfidos en especies ornamentales de parques, jardines y lugares públicos. En estas zonas existe alta restricción para la utilización de materias activas insecticidas, y su limitación se ha intensificado aún más no sólo en este ámbito de aplicación, sino a nivel general con la reciente Directiva 2009/128/CE, de 21 de octubre, por la que se establece el marco de la actuación comunitaria para conseguir el uso sostenible de los plaguicidas. Consecuencia de dicha disposición, los Estados miembros deberán adoptar planes de acción nacionales con el objetivo de reducir los riesgos y efectos de los plaguicidas en la salud humana y en el medioambiente, fomentando el desarrollo y la introducción de nuevas técnicas de gestión integrada de plagas con el objetivo de reducir al máximo la dependencia actual que existe al uso de plaguicidas. Junto a estas limitaciones se han establecido prohibiciones a la realización de tratamientos aéreos o al empleo de cualquier plaguicida en espacios de uso público o utilizados por sectores vulnerables.

Sin embargo, no todo han sido avances y mejoras para la contribución de una mejor salud de los bosques y ecosistemas forestales, sino que también han surgido nuevas dificultades, fruto de la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas.

Consecuencia de este libre comercio es el incremento en la entrada de organismos considerados de cuarentena, resultando algunos de ellos muy perjudiciales tanto por los daños que provocan en las especies hospedantes como por las pérdidas económicas que originan. Estos perjuicios están ligados fundamentalmente a las obligaciones de destruir el material afectado y de poner impedimentos al movimiento de productos susceptibles de ser vía de propagación de dichos organismos entre los diferentes países.

Entre los organismos introducidos durante las últimas décadas destacan algunos como el fuego bacteriano Erwinia amylovora (Burrill) Winslow et al., que afecta gravemente a ejemplares de la familia de las Rosáceas, defoliadores del eucalipto como el curculiónido Gonipterus scutellatus Gyllenhal., perforadores de palmeras como Rhynchophorus ferrugineus (Olivier), u otros de mayor gravedad como el nematodo de la madera del pino, Bursaphelenchus xylophilus (Steiner et Buhrer) Nickle et al., causante de la enfermedad conocida como “marchitamiento de los pinos” “Pine Wilt Disease”). Esta especie, detectada por primera vez en Europa en 1999, concretamente en Setúbal (Portugal), es capaz de provocar la muerte de los pinos afectados en apenas unos pocos meses. Por este motivo, este organismo es actualmente uno sobre los que se está realizando mayor esfuerzo para su control y así evitar su propagación a nivel europeo, más si cabe en España, debido a la vecindad con Portugal.

Con todos estos antecedentes, y analizando la situación actual de salud de los ecosistemas forestales, las perspectivas de futuro en el campo de la sanidad forestal indican la necesidad de mayores esfuerzos debido a la aparición de fenómenos de decaimiento difícilmente explicables, de nuevos factores de debilitamiento de las especies forestales y del incremento del riesgo de introducción de organismos considerados de cuarentena. Por este motivo, para la consecución de estos objetivos de protección de los bosques deben integrarse todas las disciplinas capaces de estudiar las herramientas fitosanitarias tradicionalmente utilizadas, e investigar técnicas innovadoras de evaluación de la salud de los bosques, a la vez que intensificar aún más las medidas precisas para evitar la entrada o propagación de agentes perjudiciales exóticos que pueden afectar a nuestra vegetación autóctona.

Artículo completo con fotografías (páginas de la revista) “Especial: La sanidad forestal: evolución y situación actual.”
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