Francisco Javier Cantero Desmartines, director de Foresta, y Adolfo Bello Mimbrera, primer director de Foresta.

Ismael Muñoz Linares.

Hace demasiado tiempo que no coincidimos los tres. Intercambiamos saludos de rigor, preguntas por la familia, síntomas y dolencias físicas varias. Es evidente que ha pasado el tiempo. Cuando nos ponemos a hablar de Foresta parece que no haya mucho que contar. Los recuerdos están detrás de un niebla espesa que no los permite distinguir con claridad y que, a veces, los mezcla y confunde. Pero a medida que transcurre la conversación, la niebla pierde densidad y surgen más nítidos los recuerdos y las anécdotas.
Por momentos, más que una entrevista, es una conversación a tres bandas en las que cada uno muestra una parte distinta del mismo cuadro, cada cual aporta un foco de luz a la misma escena.

¿Cómo surgió la idea de hacer Foresta?
Adolfo. En 1997, la nueva junta de gobierno estaba de acuerdo en cambiar el Boletín. Éste había cumplido su función y entendíamos que debíamos pasar de algo meramente informativo a una publicación con mayor contenido técnico y otra presentación.
Javier. Se trataba de un intento de dar un impulso más al colegio. Estas publicaciones representan un contenido de imagen importante.

¿Por qué el nombre de Foresta?
Adolfo. No creas que fue fácil, recuerdo una tarde entera en el Colegio discutiendo esta cuestión. Yo creía que no nos podríamos nunca de acuerdo. Hubo varias propuestas y, al final, salió la tuya. Recuerdo que el nombre lo propusiste tú.

Jugué con ventaja, os di la cabecera maquetada, junto con unas cuantas páginas nuevas como ejemplo, era más fácil verlo que imaginárselo.
Javier. Fue un acierto que se registrara el nombre inmediatamente. Hemos tenido algún que otro problema con empresas que han querido utilizar el mismo nombre y, al tenerlo registrado primero, han prevalecido los intereses del Colegio.

Foresta debe seguir su camino” Javier.

¿Con qué medios se contaba?
Adolfo. ¿Medios?, pues qué medios íbamos a tener: un consejo de redacción, elegido entre conocidos con ganas de colaborar, al que reuníamos cada vez que había material para publicar para que examinase su calidad.
¡Ah!, y un periodista. O sea tú, que se encargaba del gabinete de prensa y, por extensión, de algunos de los nuevos contenidos.
Javier. Siempre que se empieza hay ganas e ilusión por hacer algo nuevo, por aportar algo distinto que mejore lo que ya se hace. Esos fueron los medios, la ilusión del que comienza. Lo mismo, supongo, que en cambios anteriores.

Antes de Foresta el COITF ya editaba el Boletín Informativo. ¿Podría haber salido Foresta sin contar con un bagaje de publicaciones previas?
Adolfo. Podría, pero hubiese sido más difícil. Es evidente que el Boletín Informativo del COITF fue la base de la actual Foresta.
Javier. Eso es evidente, aquel Boletín tenía ya alguna de las secciones que luego mantuvimos en Foresta, como las láminas de hongos. Cuando llegamos a la Junta de Gobierno, en 1997, nuestra idea fue potenciar el Boletín.

El futuro de la revista es el de la profesión” Adolfo.

Siempre ha sido divertido hacer Foresta. No teníamos muchos mimbres para hacer el cesto, y al final, salía. Los cambios se notaron y la gente lo agradecía, lo cual era muy satisfactorio. Así que el mejor momento es cuando sale un nuevo número y te lo ponen en las manos.

Ya entonces, el COITF era propietario de la mitad de la revista Montes ¿Cómo encajó la aparición de Foresta con la revista Montes que ya tenía un prestigio y una larga trayectoria?
Adolfo. Me consta que los responsables de la dirección de Montes en aquel entonces no vieron nunca una competencia en Foresta. Entendieron que nuestra línea informativa era más divulgativa y técnica, mientras que Montes era más científico-técnica. En ese sentido, nunca vieron en Foresta una competencia, sino una revista complementaria que, por aquel entonces, cumplía unas funciones distintas de Montes.
Javier. Nosotros no queríamos ser la hermana pequeña de montes, queríamos ser más amenos, centrarnos más en el debate social o político, en la parte más divulgativa.
Queríamos que los forestales se atrevieran a hablar, a escribir, a contar experiencias profesionales. Ese fue otro de los objetivos de Foresta, animar a comunicar, que la gente perdiera el miedo a transmitir conocimiento y opinión. Por eso, desde el comienzo hemos dado mucha importancia a ser muy legibles. Y, por eso, hemos editado mucho los textos, siempre con el consentimiento de los autores, que han agradecido las propuestas que les hemos hecho.

¿Cómo ha sido la evolución de Foresta?
Javier. No ha habido ruptura, hemos mantenido, en lo esencial, la línea que se marcó en un primer momento: una revista que combina las comunicaciones técnicas con artículos de carácter más divulgativo, la información forestal con la opinión de los expertos en cada cuestión que tratamos. Si las cosas funcionan, no hay necesidad de cambiar.
Adolfo. yo creo que se nota una evolución muy positiva. Se ha mejorado el contenido y el diseño. Los artículos han mejorado en calidad técnica. Hay más diversidad de cuestiones tratadas, de campos profesionales. Y, en mi opinión, es fundamental que se aborden la mayor parte de cuestiones profesionales posibles.

Con el paso del tiempo, el papel del consejo de redacción se ha reforzado, ahora tiene una participación muy activa en la planificación de la revista.
Adolfo. Reuníamos al consejo cuando había material; repar tíamos los artículos y los juzgaban para evaluar su calidad antes de su publicación. Siempre teníamos la cantidad justa, o nos faltaba alguno, así que alguien del consejo, o conocido, se encargaba de escribirlo. Recuerdo que recurrimos en varias ocasiones a José García Marcos cuando no disponíamos de material.
Nos faltaban hasta fotografías, por eso convocamos un concurso de fotografía, para disponer de material gráfico para Foresta.
Javier. Hemos mantenido la misma manera de trabajar, algunos compañeros se han ido, otros han venido, pero mantenemos el mismo número porque queremos poca gente pero con ganas de trabajar, que exista buena relación entre todos, y disponer de especialistas en distintas campos forestales.

¿Quién hace la revista el consejo de redacción o la Junta de Gobierno? ¿Fueron siempre fluidas esas relaciones?
Adolfo. La hacía el consejo de redacción, lo que sucede es que el director y el subdirector éramos miembros de la Junta de Gobierno. En ese sentido, no había diferencias, éramos lo mismo.
Javier. Ahora, Foresta la hace el consejo de redacción. Es evidente que la revista es del Colegio y que hay cuestiones para la profesión muy importantes de las que se encarga la Junta de Gobierno como órgano ejecutivo del Colegio. Es lógico que Foresta, como medio de comunicación del Colegio, difunda la postura oficial y, por supuesto, defienda los intereses del mismo en algún editorial.
Sin embargo, al llegar la nueva Junta, hubo algún pequeño momento de tensión al tener distintas maneras de entender los objetivos y contenidos de la revista. Pero enseguida esa Junta comprendió que era necesario que el consejo de redacción trabajase con independencia y así lo hemos hecho en estos años.

La revista empieza a oírse fuera del sector forestal e incluso fuera de nuestras fronteras. Foresta tiene una gran acogida en universidades y centros de investigación forestal de otros países.

A pesar de los primeros sufrimientos por disponer de material de calidad para publicar, es evidente que la revista os ha dado bastantes más alegrías y satisfacciones que disgustos.
Javier. Siempre ha sido divertido hacer Foresta. No teníamos muchos mimbres para hacer el cesto, y al final, salía. Los cambios se notaron y la gente lo agradecía, lo cual era muy satisfactorio. Así que el mejor momento es cuando sale un nuevo número y te lo ponen en las manos.
Adolfo. Sin duda, ese era el momento más satisfactorio, porque recuerdo que cada número nuevo era como un parto. Cuando sobraban artículos yo respiraba, lo pasaba mal cuando no teníamos, o sea, casi siempre. No sabíamos qué hacer para que la gente escribiese. No es fácil escribir, no estamos acostumbrados, no somos una profesión que fomente la escritura,nos falta literatura.

Lo que faltaba era el hábito de la comunicación, no había mecanismos. En mi opinión, aquella Junta de gobierno, con Jesús Buendía a la cabeza, hizo una importante aportación: apostar por la comunicación. Yo notaba, en todo el sector forestal, que había necesidad de comunicar, de romper con tantos años de silencio y de acabar con tópicos y medias verdades instaladas en la sociedad y que tanto daño han hecho al sector forestal. Lo que no se sabía era cómo, a quién, qué exactamente y cuándo. Foresta era, y es, una herramienta de comunicación, era cuestión de tiempo que los forestales se animaran a escribir. Aunque lo cierto es que Foresta nunca ha intentado ser un coto cerrado para ingenieros forestales. En ella han participado todo tipo de profesionales que trabajan en el medio natural español y, a ser posible, de cualquier parte del mundo.
Javier. La revista empieza a oírse fuera del sector forestal e incluso fuera de nuestras fronteras. Algunos compañeros del Consejo de redacción están haciendo una importante labor de difusión de la revista. No hay reunión internacional a la que no se lleven unos cuantos ejemplares, la repartan entre sus conocidos e inviten a colaborar a expertos de toda España y de otros países. Foresta tiene una gran acogida en universidades y centros de investigación forestal de otros países.
Adolfo. Eso me parece fenomenal, es muy necesario abrirse a otras realidades forestales, a la ciencia y la técnica que se aplica en otros países, en otras circunstancias socioeconómicas. Eso es genial, pero lo difícil es conseguir artículos.
Javier. Han pasado los años y esa circunstancia ha cambiado. Ya recibimos muchas colaboraciones técnicas, no sólo de técnicos forestales, sino de ingenieros de montes, biólogos y otros profesionales.

Cuando sobraban artículos yo respiraba, lo pasaba mal cuando no teníamos, o sea casi siempre. No sabíamos qué hacer para que la gente escribiese. No es fácil escribir, no estamos acostumbrados, no somos una profesión que fomente la escritura, nos falta literatura.

Un momento importante de Foresta ha sido la publicación de cada uno de los monográficos dedicados a las distintas comunidades autónomas.
Adolfo. Sin duda. He visto el de Castilla-La Mancha y me parece un trabajo excelente. Pero desde el primero, el de Navarra, ya me parecen todos muy recomendables; son una magnífica manera de acercarse a la diversidad forestal de España.
Javier. Viendo los monográficos te das cuenta de que son muchos los compañeros que han participado en Foresta y que han hecho que llegue hasta aquí.

¿Qué futuro intuís para Foresta?
Adolfo. Debe ir en paralelo al de la profesión. Debe reflejar la profesión forestal, se nutre de la actividad profesional, si esta no se implanta socialmente la revista no funcionará. El futuro de la revista es el de la profesión.
Javier. Si los colegios siguen por separado es evidente que Foresta y Montes deberán seguir por separado. Si algún día se unen los dos colegios en uno solo ya se verá qué podemos hacer con las dos revistas. De momento, Foresta debe seguir su camino.

Es muy necesario abrirse a otras realidades forestales, a la ciencia y la técnica que se aplica en otros países, en otras circunstancias socioeconómicas.

Artículo completo con fotografías (páginas de la revista) “Entrevista: Francisco Javier Cantero Desmartines, director de Foresta, y Adolfo Bello Mimbrera, primer director de Foresta.”
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