Eduardo Rojas Briales, Subdirector General del Departamento Forestal de la FAO.
“El sector forestal debe hacer un extraordinario esfuerzo de comunicación”
Ismael Muñoz Linares.
Nereida Cuenca Iserte.
Eduardo Rojas ocupa uno de los puestos de responsabilidad internacional forestal más llamativos, con mayores retos y más ilusionantes que hay. Conocer de primera mano la realidad forestal mundial desde la atalaya de la FAO permite distinguir los errores y aciertos de cada país en su camino hacia la gestión forestal sostenible y le da la posibilidad de promover soluciones de éxito aplicadas en otras partes del planeta. No en vano, la comunicación, el intercambio de conocimientos y la colaboración internacional son claves para él, y ahí la FAO desarrolla una importante labor.
Es Ingeniero de Montes por la Universidad de Friburgo, Doctor Ingeniero de Montes por la Universidad Politécnica de Madrid, Subdirector de la ETSI Agrónomos de la Universidad Politécnica de Valencia y Decano del Colegio de Ingenieros de Montes en la Comunidad Valenciana.
¿En qué consiste su labor en la FAO? ¿Cuáles son sus objetivos a corto y medio plazo?
La FAO dispone de cinco departamentos técnicos (Agricultura, Económico-social, Pesca, Recursos Naturales y Forestal). Cada uno de ellos es dirigido por un Subdirector General al que compete la coordinación del mismo. El departamento forestal aglutina toda la capacidad de la FAO en el ámbito forestal, que se estructura en dos ejes fundamentales: el normativo y el de proyectos. El primero corresponde a estadísticas, referencias técnicas, conferencias, normalización, publicaciones, etc., y se realiza en todo el mundo. El segundo corresponde a proyectos de cooperación en países en vías de desarrollo y, excepcionalmente, en países desarrollados cuando éstos asumen enteramente su coste. La FAO no es una agencia donante, por lo que dichos proyectos deben conseguir la financiación de países u organismos donantes. Recientemente se ha sumado un tercer eje relacionado con la gobernanza forestal mundial, destacando el papel de la Asociación de colaboración en materia de bosques (ACB), que engloba a las principales agencias mundiales con implicación forestal y que preside la FAO. En el departamento trabajan 50 técnicos y 30 administrativos de plantilla más consultores, profesionales desatacados por los Estados y voluntarios. Además, disponemos de 20 técnicos distribuidos por las oficinas regionales y un número elevado de profesionales en los diferentes proyectos.
Usted se declara partidario de establecer un marco legislativo común en materia forestal. ¿En qué consistiría esa legislación común?, ¿a qué aspectos afectaría?
Desde la Cumbre de Río en 1992 se está debatiendo esta cuestión, focalizada ahora en el Foro Forestal de Naciones Unidas. Los intereses de los diferentes países están todavía muy contrapuestos, pero se observa un avance progresivo en esa dirección que podría concretarse en uno o varios instrumentos legalmente vinculantes
como la posible Convención Europea de Bosques promovida en el seno de la Conferencia Ministerial del proceso
Bosques Europeos (Forest Europe).
El informe “Situación de los Bosques en el Mundo”, que edita la FAO, se ha convertido en una de las referencias informativas sobre la gestión y conservación de los recursos forestales a nivel mundial. Una de las grandes dificultades de la FAO es disponer de datos fiables del inventario forestal en cada país y, sobre todo, que respondan a una metodología común básica ¿Cómo piensa solucionarlo?
La FAO realiza como primer paso a la evaluación quinquenal de los recursos forestales del Mundo una serie de seminarios técnicos en cada uno de los continentes para armonizar las definiciones contando con las aportaciones de los Estados miembros. El principal valor de dicha evaluación es la red de corresponsales oficiales y su compromiso con el proyecto. Una vez recibidas las cifras facilitadas por los Estados miembros, el equipo del departamento forestal responsable de la evaluación la revisa en profundidad comparándola con otras fuentes. A finales de 2011 se presentarán los resultados de una evaluación realizada directamente por la FAO junto a otras organizaciones mediante la interpretación de imágenes de satélites desde 1980 y que permitirá obtener datos seguros de la evolución de la superficie forestal global por regiones y biomas.
En estas estadísticas que realiza la FAO aparece la madera como el principal producto que se aprovecha del bosque y olvida algunos fundamentales en el bosque mediterráneo, como pueden ser el piñón o el corcho, por ejemplo. Esta circunstancia provoca una valoración distorsionada del bosque mediterráneo en comparación con los bosques productores de madera: atlánticos, boreales o tropicales. ¿Piensa incorporar estos productos en la valoración del bosque mediterráneo?
En la medida que se incorporen a la estadística forestal de cada país, por supuesto. En todo caso, la infravaloración estructural de los montes mediterráneos se debe mucho menos a los productos forestales no maderables que a la correcta evaluación de los servicios ambientales de los bosques o externalidades forestales.
¿Cuáles son, a su juicio, los principales problemas a los que se enfrentan los bosques?
En los países menos desarrollados y algunos países emergentes la necesidad de tierras para la agricultura y el ciclo vicioso de la pobreza constituyen el principal agente deforestador. En general, la insuficiente valoración integral de la aportación de los bosques al bienestar regional, nacional y global, y por tanto, la toma de decisiones basadas meramente en la aportación comercial, que olvida su aportación ambiental.
La infravaloración estructural de los montes mediterráneos se debe mucho menos a los productos forestales no maderables que a la correcta evaluación de los servicios ambientales de los bosques o externalidades forestales.
Muchos bosques tropicales se están destruyendo debido a las grandes plantaciones de soja o de palma, así como para proporcionar pastos destinados a la ganadería. Por ejemplo, el sector “ruralista” de Brasil ha emprendido una campaña contra el Ministerio de Medio Ambiente con el objetivo de rebajar la protección de la Amazonía. De hecho, hace unos meses, la senadora Katia Abreu, presidenta de la Confederación Nacional de la Agricultura (CNA), declaró a los medios: “la sociedad tendrá que resolver si vamos a arrancar alimentos para plantar árboles”.
Indonesia es otro ejemplo. Este país destaca por ser el principal productor mundial de palma aceitera y, también, por ser el país con la mayor tasa de deforestación anual del planeta. La producción de palma aceitera, a pesar de su mala fama, es clave en la economía de varios países tropicales, y en Indonesia la consideran una “bendición de la naturaleza que da trabajo a tres millones de personas y contribuye a erradicar la pobreza”. La pregunta es: ¿Cómo se pueden preservar los bosques si los habitantes locales no los consideran rentables y prefieren cortarlos para así obtener terrenos de cultivo? ¿De qué manera se puede armonizar la gestión forestal sostenible y la agricultura?
En todos esos países existe una importantísima extensión de antiguas tierras forestales que fueron deforestadas y luego abandonadas y que deben ser evaluadas para su aptitud para cultivos forestales, agrícolas (palma o bioenergía) o rehabilitación forestal. Debe superarse el uso minero del territorio que generó un uso insostenible tanto en términos ambientales como sociales y territoriales.
La deforestación no está, salvo excepciones muy limitadas, vinculada a la corta de madera para su procesamiento industrial sino a la agricultura, y en algunos casos, la explotación de leñas. Se está realizando un importante esfuerzo coordinado para reducir las cortas irregulares por sus implicaciones sobre la gestión forestal sostenible y las finanzas públicas de los Estados.
Uno de los graves problemas de los países en vías de desarrollo es que no disponen de inversión pública, ni de experiencia, ni de herramientas técnicas ni de políticas que les permitan avanzar en materia de gestión forestal. La pobreza provoca una presión enorme sobre sus recursos naturales, especialmente los forestales ¿De qué manera se puede romper ese círculo vicioso?
No es correcto en muchos casos. Las inversiones forestales de bastantes países, sobre todo emergentes, es sustancialmente superior a la de los países desarrollados. El presupuesto de Turquía para una superficie forestal similar a la española es del doble de la nuestra (2.000 millones de $/año), la de Túnez para una superficie de 1 millón de ha de 100 millones de $/año), superior a la relación gasto/ha de las CC.AA. españolas y los Estados europeos más comprometidos en materia forestal. Sin hablar de China, que viene reforestando anualmente más de tres millones de hectáreas. En general depende del peso administrativo y de la tradición de la administración forestal.
Los grupos ecologistas denuncian que los mercados europeos reciben avalanchas de madera procedente de aprovechamientos ilegales. Según los datos que manejan, aproximadamente un 15% de la madera que importa la UE puede ser “sospechosa” de tener origen ilegal. Pese a que el 85% restante cumple todos los requisitos legales, la sociedad percibe que la destrucción de los bosques se debe a nuestro consumo desproporcionado de madera tropical y de papel. ¿Es cierta esta apreciación? ¿En qué porcentaje contribuye la Unión Europea, en general, y España, en particular, a la deforestación mundial?
La deforestación no está, salvo excepciones muy limitadas, vinculada a la corta de madera para su procesamiento industrial sino a la agricultura, y en algunos casos, la explotación de leñas. Se está realizando un importante esfuerzo coordinado para reducir las cortas irregulares por sus implicaciones sobre la gestión forestal sostenible y las finanzas públicas de los Estados.
Numerosos colectivos defienden que la certificación forestal es la única y definitiva solución para evitar la tala ilegal de madera. ¿Cuál es su punto de vista sobre este asunto? ¿Cree que existen otro tipo de soluciones que respondan a la realidad de los países menos avanzados?
Las iniciativas de refuerzo de la gobernanza forestal Forest Law Enforcement and Governance (FLEG) son complementarias, y un requisito altamente recomendable que se ve reforzado con la certificación. Ésta debe resolver los problemas que origina a las pequeñas propiedades, constituyendo la certificación regional una alternativa interesante para las mismas.
En los estudios de la FAO se constata que existe una correlación entre el desarrollo económico y el estado de los bosques. En este sentido, los países que están experimentando un rápido crecimiento económico suelen someter a sus bosques a una inmensa presión, entre un 60 y un 80% más según el último informe realizado para la ONU por el Grupo Internacional de Expertos de Gestión Sostenible de los Recursos. ¿Qué políticas está promoviendo la FAO para proteger esos bosques de su destrucción? ¿Es el pago por servicios ambientales una solución para todos los bosques del planeta?
Los países que más han mejorado sus tasas de deforestación, contribuyendo incluso al aumento de bosques, son precisamente países emergentes, gracias a las oportunidades de concentración de la agricultura sobre las mejores tierras y al hundimiento de la agricultura de subsistencia o marginal. Además, las mayores posibilidades fiscales refuerzan los presupuestos forestales. El pago por servicios ambientales está teniendo en determinados países emergentes de alta conciencia ambiental excelentes resultados (Costa Rica, México, Vietnam).
Se deben modificar los criterios de contabilidad económica para que las aportaciones de los bosques se contabilicen plenamente. Los servicios ambientales, los aumentos de existencias, la función de dinamización sectorial y territorial, el largo plazo, etc. deben integrarse para evitar que una información fragmentaria e incompleta comporte decisiones públicas de asignación de recursos equivocadas.
¿Por qué se progresa tan lentamente hacia la ordenación forestal sostenible? ¿Qué países han hecho mejor los deberes en los últimos años?
Se observa un considerable avance en este ámbito, si bien no es fácil cambiar la mentalidad de gestión minera del territorio en algunas regiones. La formación, la investigación aplicada y la cooperación internacional son herramientas muy indicadas.
¿Cómo pueden los países más desarrollados colaborar con los menos avanzados en la gestión sostenible de sus recursos?
Compartiendo sus experiencias y financiando proyectos -en los que de forma creciente se incorporan países emergentes con experiencias más próximas y útiles- en lo que se denomina cooperación triangular. Incluso los países emergentes comienzan a ser países donantes.
Algunos países industrializados han conseguido que los bosques se consideren un sector estratégico, y, por tanto, saben cuidarlos y rentabilizarlos. En otros lugares, como España, por razones históricas, socioeconómicas y ecológicas, el bosque mediterráneo no ha recibido la atención que necesita por parte de la Administración pública y el sector privado. ¿Qué deben entender los gobiernos para que incluyan al sector forestal dentro de sus planes destinados a estimular la economía?
En primer lugar se deben modificar los criterios de contabilidad económica para que las aportaciones de los bosques se contabilicen plenamente. Los servicios ambientales, los aumentos de existencias, la función de dinamización sectorial y territorial, el largo plazo, etc. deben integrarse para evitar que una información fragmentaria e incompleta comporte decisiones públicas de asignación de recursos equivocadas. Para ello, el sector forestal debe hacer un extraordinario esfuerzo de comunicación, y el Año Internacional de los Bosques, en 2011, constituye una oportunidad de oro.
Usted ha declarado que los bosques son muy valorados social y ambientalmente, pero que son desastrosos en lo económico. En consecuencia, hemos de conseguir cambiar este patrón y hacer más rentables los bosques para que los países en desarrollo se interesen más por la política forestal. ¿De qué manera se pueden hacer más rentables los bosques?
Precisamente en conseguir una valoración forestal completa e integral. El pago por servicios ambientales es una experiencia de la que los países desarrollados podrían aprender mucho de los países emergentes. La FAO está trabajando tanto en el ámbito de metodologías para valorar los servicios ambientales dentro del marco de los inventarios forestales como en el intercambio de experiencias por pago por servicios ambientales.
Según la FAO, invertir en la gestión sostenible de los bosques podría proporcionar diez millones de “empleos verdes”, ayudando a reducir la pobreza y a mejorar el medioambiente. ¿En qué porcentaje habría que aumentar la inversión de los bosques para que fueran un yacimiento de empleo a tan gran escala?
Sin lugar a dudas, conseguir ese objetivo requiere financiación, así como movilización de las potencialidades endógenas. El mecanismo Reducción de las Emisiones, de la Deforestación y la Degradación REDD+ abre una vía de financiación para los países en vías de desarrollo de extraordinaria dimensión (100.000 millones $/año en 2020).
¿De qué manera, pues, está afectando al sector forestal la actual crisis económica mundial?
A escala global sus efectos ya están pasando, si bien a escala española la debilidad de la demanda interna y los efectos del vendaval de enero de 2009 en Las Landas son muy graves. Debemos aprovechar las oportunidades que la crisis energética abre al uso de bioenergía de origen forestal.
El pago por servicios ambientales es una experiencia de la que los paísesdesarrollados podrían aprender mucho de los países emergentes.
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